viernes, 25 de febrero de 2011

MAS BUENISTA QUE El PP


Apenas se oye hablar ya del buenismo de Zapatero, esa estratagema ideológica que ha teñido de rosa la España de estos últimos años, años de hierro al rojo vivo. ¿Acaso ha dejado de funcionar la fórmula? La treta encabezada por el dirigente socialista ha velado la realidad a millones de españoles, camuflando, primero, el activismo insurreccional que posibilitó su ascenso al poder y, una vez en La Moncloa, su plan de darle a España el finiquito. La violencia y la ruptura cuelan mejor con una sonrisa y una cara de ángel.
Y es que no hay nada como la masilla maleable y una mano de pintura para disimular un muro agrietado y resistente a la piqueta liberadora. O un lifting facial aplicado a sujetos que necesitan ofrecer al público una catadura de rostro humano. O un maquillaje a fondo que retoque las bolsas del paro y evite el descolgamiento de la piel de zapa. Resultado: un lobo con piel de cordero, una facha presentable.
El mito del buenismo, la leyenda del talante y el cuento del zapatero prodigioso no sólo no han pasado de moda, sino que incluso están siendo imitados por la oposición. Si no puedes vencer al adversario político, únete a él; o haz como él y parécete a él, que viene a ser lo mismo. He aquí la estrategia vigente en el Partido Popular desde el giro copernicano experimentado tras el Congreso de Valencia de 2008. Un giro que ha dado la vuelta a España.
En aquel cónclave quedó consumada la defenestración del aznarismo y decidida la reforma en el principal partido de la derecha social y política española, para lo cual militantes y programas de actuación debían pasar por varias sesiones de cirugía estética. A fin de dejar atrás cualquier huella y vello de la era Aznar, apremiaba organizar la purga de su equipo habitual. Rajoy, el Dante de la profana comedia, advertía así a los recalcitrantes liberales y conservadores que abandonasen toda esperanza de tener sitio en el partido reconstituido, si no pasaban antes por el quirófano. Rajoy, el Mefistófeles de la faústica transformación, preparaba el PP para vender su alma al diablo.
Desde entonces, el único liberalismo que vale es el «liberalismo simpático», modelo Lassalle. Y si alguno todavía añora las políticas conservadoras, tendrá que aprender del aggiornamento de Fraga o de Gallardón. Para más dudas, el militante desorientado o atribulado deberá dirigirse al despacho de Arriola.
La obsesión del reverdecido Partido Popular de Mariano Rajoy consiste en no pasar por crispado antagonista político ni por gente de derechas, o sea, por impresentable y «malo». Hasta ese punto ha interiorizado la nueva/vieja cúpula pepera la propaganda socialista. Así de acomplejado y acobardado está, pidiendo perdón por los pecados cometidos (y no cometidos), mostrando un firme propósito de enmienda propia, pero nunca a la totalidad contra el Ejecutivo de Zapatero.


El partido socialista es «bueno» porque no piensa tomar medidas contra la debacle económica en España, pues ello supondría traicionar el socialismo utópico y contrariar a la clientela de la izquierda más extremista. Espera a que la situación sea tan insostenible que, tras Grecia y acaso Portugal, los dirigentes de la UE, del BCE y del FMI, interviniendo en el gobierno de España, realicen, finalmente, las actuaciones urgentes que Zapatero jamás llevará a cabo. Sus principios se lo impiden. El infierno antisocial son los otros. Él, aunque rojo de furia porque el temporal le agua la fiesta de la rosa montada hace seis años, es bueno...
El Partido Popular es, a su vez, «bueno» porque no está dispuesto a hacer oposición y proponer alternativas de emergencia nacional, si con ello se desgasta. Hay que aguantar como sea hasta las próximas elecciones generales y que se queme el de enfrente: he aquí la consigna proveniente de Génova 13. No importa que con ello se incendie España.
Con el partido y el encuentro amañados, aquí hay tongo. Sea por el buenismo socialista o el buenismo del PP.

Texto publicado como columna de Opinión en el diario digital Factual.es (hoy desaparecido), bajo el título de «El buenismo del PP», el 2 de mayo de 2010

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