jueves, 26 de mayo de 2011

'FOUCHÉ. RETRATO DE UN POLÍTICO' de STEFAN ZWEIG


Stefan Zweig, Fouché. Retrato de un político, traducción Carlos Fortea Gil, Acantilado, Barcelona, 2011, 288 páginas

Stefan Zweig no escribió una biografía, como tal, de Napoleón Bonaparte. El escritor austriaco, tal vez el más notable biógrafo que han dado las letras universales, no dedicó una monografía explícita a uno de los héroes (en el sentido que Thomas Carlyle aplica al término «héroe») más renombrados de todos los tiempos, una figura esencial, un experto en cambiar el curso de la historia. No quiere decirse con esto que Zweig ignorase personaje tan extraordinario. Ocurre que la Revolución Francesa y Napoleón, como dos hitos históricos que son, los trató a fondo, aunque no directamente, a través de un protagonista aparentemente de segunda fila, un oscuro actor de reparto, pero que, en realidad, interpretó un papel capital en el siglo XIX. Hablamos de Joseph Fouché.

No compone, ciertamente, Zweig una monografía sobre la Revolución Francesa, ni sobre Luis XVI. Sí nos da dado, en cambio, su obra más memorable en lo que a género biográfico se refiere: Maria Antonieta. Tampoco Zweig dedica de modo explícito un estudio a Isabel de Inglaterra, cabeza regia importante donde las haya, pero sí escribe, sin olvidarse de la «reina virgen», una portentosa pieza histórica y literaria acerca de la vida y muerte de María Estuardo. No busque nadie ningún título que responda al nombre de Martin Lutero, otra notoriedad decisiva en los destinos históricos, lo que no es óbice para que el máximo inspirador de la reforma protestante fuese retratado, como en un «negativo» fotográfico, en el libro dedicado a biografiar la persona de Erasmo de Rótterdam. Ecos del fraile agustino pueden escucharse, asimismo, y con graves resonancias, en el soberbio ensayo Castellio contra Calvino.

Zweig es un maestro del género biográfico, entre otras razones por la admirable capacidad que demuestra a la hora de cotejar y confrontar singularidades contrapuestas. En la biografía consagrada a Fouché, Zweig enfrenta al biografiado con Napoleón, pero asimismo con Robespierre y Talleyrand. En ella, sabemos de los personajes por sus rasgos propios, tanto físicos como psicológicos, y en esta labor la escritura de Zweig brilla en esplendor y precisión. Pero también sabemos de ellos por contraste con otros prohombres contemporáneos suyos. Todos ellos reflejados en el espejo de la Historia.

En el estudio sobre Fouché, Zweig no sólo realiza el «retrato de un político», sino del político par excellance. El político —el arquetipo político— vive de la acción y de la ocupación. Esto sostiene José Ortega y Gasset en su ensayo sobre Mirabeau. Su oficio no es pensar, sino actuar. Su temperamento es puro nervio, excitación extrema. La constitución que lo estructura, y hace de él un animal político, es básicamente fisiológica: «el político es —como Mirabeau, como César—, por lo pronto, un magnífico animal, una espléndida fisiología.» Tal descripción muy bien podría aplicarse a la tipología del hombre político que Zweig desarrolla en Fouché.

Pero hay todavía más. La biografía del plenipotenciario ministro francés ofrece un fresco soberbio de los tiempos modernos nacidos de la guillotina y la Enciclopedia, unos tiempos abiertos en canal que inician sus pasos de modo un tanto torcido, sin duda sangriento, a todas luces, conflictivo. Unos tiempos que se desbordan en el siglo XX, centuria particularmente tenebrosa, ensombrecida por dos guerras mundiales y la emergencia de los totalitarismos más destructivos jamás conocidos en la historia del hombre: el nazismo y el comunismo. «Genio tenebroso» es, justamente, el sobrenombre por el que suele reconocerse a Fouché, y subtítulo añadido al título de la biografía de Zweig en no pocas ediciones. No cabe duda de que el escritor vienés elegía con suma atención las personalidades a biografiar.

Stefan Zweig (Viena, 1881 - Petrópolis, Brasil, 1942) fue, ya en su momento, un escritor enormemente popular, tanto en su faceta de ensayista y biógrafo como en la de novelista. Un autor que amó y padeció Europa en proporciones muy considerables. Su capacidad narrativa, la pericia y la delicadeza en la descripción de los sentimientos y la elegancia de su estilo hacen de él un escritor que cautiva al gran público sin dejar indiferentes a los lectores más exigentes y especializados. En lector en español, dispone de unas veteranas obras completas del autor austriaco editadas en cuatro volúmenes por la editorial Juventud. Desde hace unos años, la editorial Acantilado está realizando una meritoria labor de reedición de una buena parte de la inmensa obra del Zweig. Hasta la fecha han aparecido los siguientes volúmenes: La lucha contra el demonio (Hölderlin, Kleist, Nietzsche); Castellio contra Calvino (Conciencia contra violencia); Momentos estelares de la humanidad (Catorce miniaturas históricas); El mundo de ayer (Memorias de un europeo); La embriaguez de la metamorfosis; Veinticuatro horas en la vida de una mujer; Novela de ajedrez; Carta de una desconocida; Los ojos del hermano eterno; Ardiente secreto; El amor de Erika Ewald; Tres maestros (Balzak, Dickens, Dostoievski); Noche fantástica; La mujer y el paisaje; Correspondencia; Montaigne; La curación por el espíritu; El candelabro enterrado; La impaciencia del corazón; Noche fantástica; El legado de Europa; Amok; Viaje al pasado; Mendel el de los libros; ¿Fue él?; y, en fin, la biografía Fouché que ahora reseñamos.

Epítome del funcionario plenipotenciario, del político incombustible que enciende pasiones y no deja crecer la hierba allá por donde pasa, este Atila de los ministerios es, sin reservas, un personaje fascinante. «Uno de los hombres más extraordinarios de todos los tiempos» afirma decididamente Zweig en las primeras líneas de la Introducción que abre el libro. Pocos sujetos han acaparado tanto poder en la Historia como Fouché; pocos han sido más ricos; pocos, trabajando en la sombra, han tenido más influencia sobre los hombres públicos de mayor perspectiva y proyección. Todo en su personalidad resulta fuera de lo común.

«Cuesta cierto esfuerzo imaginar que el mismo hombre, con igual piel y los mismos cabellos, era en 1790 profesor en un seminario y en 1792 saqueador de iglesias, en 1793 comunista y cinco años después ya multimillonario, y otros diez años después duque de Otranto. Pero cuanto más audaces eran sus transformaciones, tanto más interesante me resultaba el carácter, o más bien no carácter, de este hombre, el más consumado maquiavélico de la Edad Contemporánea, tanto más incitante se me hacía su vida política, completamente envuelta en secretos y segundos planos, tanto más peculiar, hasta demoníaca, su figura.» (págs. 9 y 10).

Sucede que este hombre «de cara pálida» dedica su vida a la política, y sin pretenderlo, escribe una página histórica de ciencia política. Vela sus armas públicas con los girondinos, se une a Robespierre, lo derriba, sobrevive, se arrima a Napoleón, quien lo teme más que a Wellington, compite con Talleyrand, quien (a pesar de todo) le sobrevive, ayuda a la restauración de la Monarquía en Francia. Allá por donde pasó, en todas partes, dejó memoria amarga Fouché.

4 comentarios:

  1. Estimado Fernando, muy interesante la obra reseñada. La apunto para cuando termine la Autobiografía de Chesterton (Acantilado), que estoy en ello.

    Por cierto, a parte de la ópera compuesta por Händel, siento curiosidad por saber quien es Ariodante, ¿se trata de su seudónimo?

    Un cordial saludo,
    Juan Pablo

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  2. Juan Pablo: también es muy provechosa la lectura del gran Chesterton. Pero, concédele un hueco a este libro porque es un modelo de estudio biográfico. Además, de muy actual para hacer comparaciones con la "rabiosa" actualidad...

    En general, toda la obra biográfica de Zweig (muy superior a la novelística) es de lectura imprescindible.

    En cuanto a lo que comentas sobre Ariodante, te contesto que sí, en efecto, es un seudónimo. Pero, mejor será no desvelar la identidad que palpita tras él, ¿no crees? ¿Para qué si no el seudónimo?

    Saludos cordiales.

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  3. ¿Seudónimo? ¡Yo no se nada de ningún seudónimo!

    Gracias por la recomendación, preveo que esta tarde terminaré con Chesterton y el lunes voy a mi librería a por el de Fouché, Dios mediante. Además, estoy recopilando documentación para una biografía que quiero sacar el año que viene, me vendrá bien la lectura de esta biografía de Zweig.

    Gracias y un cordial saludo.

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  4. Ya nos contarás las novedades de esa biografía que tienes en marcha. Desde luego, con los ensayos de Zweig uno tiene en las manos al mayor de los maestros en el género.

    Saludos cordiales.

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