martes, 21 de junio de 2011

«ENSAYISTAS Y PROFETAS. EL CANON DEL ENSAYO» de HAROLD BLOOM





Harold Bloom, Ensayistas y profetas. El canon del ensayo, traducción de Amelia Pérez de Villar, Colección Voces / Ensayo núm. 137, 336 páginas

Harold Bloom no es ningún desconocido entre los aficionados a la lectura, las bibliotecas, la investigación y la crítica literaria. Sin necesidad de calificarlo como el número uno de los críticos literarios, sí cabe considerarlo, sin exageración, como uno de los críticos más originales y polémicos de la actualidad. La capacidad lectora y receptora de textos, de todo género y significación, así como, muy especialmente, la «lectura interpretativa y crítica» que hace de los mismos, está más que probada.
Nada hay de baladí en esta puntualización. Porque, en el contexto en el que hablamos, la capacidad y la actitud crítica no deben darse por supuesta en la «crítica literaria». Para buena parte de la comunidad dedicada a dicha labor (no sé si denominarla «profesión»), la crítica de un libro no va más allá de la mera reseña, el sucinto resumen o la superficial recensión/descripción del mismo.
En cambio, la crítica genuina y, auténticamente, valiosa, aunque no debe sustituir ni suplantar la obra analizada, sí es aconsejable que la desgrane y recree. Y, asimismo, que la valore. Harold Bloom pertenece a esa estirpe de críticos que, al mismo tiempo, son escritores, al linaje de analistas de libros y autores que ejercen, a la vez, de «psicoanalistas» de los mismos. Una raza, en fin, de estudiosos de las letras que sopesando y tasando la producción libresca, no sortean la selección, sino que la afrontan y fundamentan.
Fue, justamente, a raíz de la publicación del libro El canon occidental (1994) cuando Bloom alcanzó mayor notoriedad pública, no exenta de notable polémica. Porque en esta obra, el autor denunciaba, sin ambages, la tendencia que advertía hegemónica en los departamentos de literatura de las universidades y las redacciones de periódicos, inclinada hacia lo doctrinario y melifluo. Una corriente, progresiva y rampante, que identificaba con el rótulo de «Escuela del Resentimiento». Bajo tan rotundo epígrafe, situaba a las corrientes multiculturalistas, relativistas, de Estudios Culturales, de Corrección Política y demás movimientos posmodernos en boga. Para mayor audacia, Bloom incluía en su trabajo un canon de autores esenciales.


Al texto que ahora nos ocupa, Ensayistas y profetas, se le ha añadido en la edición española el subtítulo «El canon del ensayo», para dar a entender, sin duda, que nos hallamos ante una especie de continuación de la anterior y exitosa obra —El canon occidental—, si bien centrada ahora en los ensayistas. En rigor, y según apunta la «Nota a la edición», el presente libro corresponde a un volumen independiente de la Bloom’s Literary Criticism, monumental colección de crítica literaria en seis tomos, editada por la Chelsea House Publishers, y dirigida e introducida por el propio Harold Bloom.


Harold Bloom pertenece a esa estirpe de críticos que, al mismo tiempo, son escritores, al linaje de analistas de libros y autores que ejercen, a la vez, de «psicoanalistas» de los mismos


El Índice del libro incluye, en efecto, un listado escogido de ensayistas, pero también de profetas, críticos, visionarios y publicistas. Entre otros, Michel de Montaigne, Blas Pascal, Jean-Jacques Rousseau, Samuel Johnson, Søren Kierkegaard, Ralph Waldo Emerson, William Hazlitt, Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud, Aldous Huxley, Jean-Paul Sartre y Albert Camus. Y así hasta completar una antología selecta de veintiún autores. «Escritores sapienciales», «ensayistas diversos» o «ensayistas proféticos», según el particular criterio diferenciador del autor.
De igual modo que en El canon occidental no ocultaba sus preferencias (Shakespeare a la cabeza del pelotón), en Ensayistas y profetas, Bloom no reprime sus personales querencias —«El doctor Samuel Johnson es, a juicio de muchos (incluido yo mismo), el mayor crítico, de la variopinta historia de la cultura literaria occidental» (pág. 85)—, ni sus antipatías —«(San) Juan es calificado como «de lo más desagradable y antisemita» (pág. 42). Tampoco abandona, por esta vez, las sentencias categóricas. Aprovechando que las páginas atraviesan la vida y obra de ensayistas, Bloom proclama, de pronto, que Charles Dickens es «el Shakespeare de los novelistas» (pág. 330)

No busque el lector en este volumen, ni en el resto de libros de Bloom, exposiciones divulgativas de autores, ni una enciclopedia de urgencia para conocer lo básico de un autor o un libro en concreto. Los capítulos de Bloom sobre los respectivos ensayistas están compuestos, propiamente, como ensayos, aproximaciones subjetivas a la vida y obra de autores con quienes dialoga, ora directamente con ellos, ora a través de otros cronistas y críticos.
Algunos ensayistas los considera inmortales e imprescindibles. Otros, producto de su época y de interés pasajero. Cuestión de elección, selección y crítica. Y es que, después de todo, como reconoce el mismo autor, no hay crítico más implacable que el tiempo (pág. 326).


Harold Bloom (Nueva York, 1930) es Catedrático Sterling de Humanidades en la Universidad de Yale. Es autor de más de veinte libros, entre ellos La creación de mitos en Shelley (1959), La compañía visionaria (1961), El Apocalipsis de Blake (1963), Yeats (1970), Mapa de las lecturas erróneas (1975), Cábala y crítica (1975), El canon occidental (1994), Presagios del milenio: la gnosis de ángeles, sueños y resurrección (1996). La angustia de la influencia (1973) expone la provocadora teoría de Bloom acerca de la relación entre los grandes escritores y sus predecesores. Entre sus libros más recientes están Shakespeare: La invención de lo humano (1998), finalista del National Book Award ese mismo año, Cómo leer y por qué (2000), Genios: un mosaico de cien mentes creativas ejemplares (2002), Hamlet: el poema ilimitado (2003) y Dónde se encontrará la sabiduría (2004).



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