miércoles, 1 de junio de 2011

SISTEMA Y ANTISISTEMA


 En lengua inglesa, dícese de alguien o algo que está in o está out cuando quiere indicarse que está «en la onda» o está «que no se entera». Respectivamente. Tales voces monosilábicas no apuntan sólo hacia lo que está dentro y fuera en sentido físico, en cuanto a localización o emplazamiento, sino también a una situación social y aun sociológica. En una aplicación política, estar in o out sitúa a uno, respectivamente, dentro o fuera del Sistema, según siga el modelo y el eco de los integrados o el de los apocalípticos.

Durante los años 60 y 70 del siglo XX, estuvo muy de moda la contracultura y lo alternativo, junto a otras modalidades enamoradas de la conducta y la moda juvenil. Por ejemplo, abandonar el hogar paterno y maternal al llegar a la adolescencia; irse al campo y organizar una comuna; viajar al Nepal o a Katmandú; llamar la atención para ser diferentes; dejarse crecer las patillas, los chicos, y acortar las faldas, las chicas; y cosas así.

Fotograma de la teleserie The Wire
Sea como fuere, lo out conducía hacia fuera, hacia la marginalidad, la carretera y la motocicleta, a poner tierra de por medio, allí donde convergen la cruda Realidad y la verde Utopía. Mientras tanto, el triste in, remetía al centro y al adentro, a hacer oposiciones del Estado, a in-tegrarse en el Sistema.

Las cosas hoy han cambiado enormemente en la sociedad española, aunque parezca mentira. En los presentes tiempos posmodernos, ha triunfado la tendencia de lo híbrido y la mixtura, la mezcla y el mestizaje, la moda unisex y la ambigüedad. Más que el salir, se impone el estar de vuelta, y más que entrar, quedarse en la puerta; es decir, el estar dentro y fuera al mismo tiempo. En el ámbito del hogar, los jóvenes permanecen en casa de los padres hasta bien entrada la madurez o hasta heredar la vivienda, porque allí se encuentran tan a gusto como en su propia casa.

Los viajes, plenamente turísticos, tienen billete de ida y vuelta, y las compañías aéreas cierran vuelos antes de arrancar los motores del avión. Los antiguos partidarios de las comunas se han pasado al comunitarismo. El comer de restaurante ya significa raramente ir a un local del centro de la ciudad o salir a cenar fuera, pues, las más de las veces, significa telefonear a una empresa de reparto de comidas a domicilio y echar un bocado frente a la tele. 


Pocos están que se salen del sistema, de facto. Y quien «sale del armario», es ex ministro, sacerdote o militar, por lo menos. Las ONG y los sindicatos  no viven sin subvenciones ni sin vivir de mí; yo, contribuyente. Los novelistas escriben novelas que emulan ensayos y los ensayistas, envidiando las ventas del novelista, se pasan a la novela. Los artistas de vanguardia no mojan un pincel ni ensucian sus manos de materia putrefacta sin conocer antes las condiciones del contrato con la Administración que les llevará, con todos los gastos pagados, a una Bienal o Feria de arte nacional o internacional.

Hoy, en resumen, lo que prima es estar fuera y dentro a la vez: in & out. Todo ello experimentado sin complejos, de la manera más espontánea y hasta desvergonzada que uno pueda imaginarse.

Los grupos antiglobalización estrechan lazos entre sí vía Internet y recorren medio mundo a fin de reivindicar el localismo y el particularismo. Gran número de maestros y profesores de izquierda y militantes de sindicatos de clase ensalzan los parabienes de la escuela pública, pero llevan a sus hijos a la privada. […]

Pedro Almodóvar maldice en Europa el cine americano, pero ni abomina del glamour ni rechaza el Oscar de Hollywood, como hizo Marlon Brando, ni decide dejar de recogerlo personalmente, como Woody Allen. José Saramago declara ser comunista de toda la vida y contrario a las desigualdades sociales y económicas, pero no renuncia al significante de Premio Nobel que lo inmortaliza y eleva por encima de los demás mortales, cosa que sí hizo su camarada Jean-Paul Sartre



Los nacionalistas del País Vasco, de Cataluña y demás odian España, pero adoran el Estado Español. Su patria chica es Plural, Pequeña e Independiente —o sea, la Terreta Lliure—, no aquella Una, Grande y Libre de la que hablan los franquistas y post-franquistas. Dicen sentirse vascos o catalanes antes que españoles, pero disfrutan sin vergüenza de los privilegios, beneficios y prebendas que les proporciona el Estado. En las Comunidades Autónomas, hay consejeros de Justicia que llaman a la población a la desobediencia civil y consejeros de Interior que exigen ley y orden encabezando manifestaciones callejeras. Y así el mensaje que trasladan al electorado, y pueblo nativo en general, viene a decir que un futuro de independencia es como estar en España (con todo lo bueno), pero sin ser España (sin todo lo malo). ¡Eso sí es estar in y estar out!


Con todo y con ello, la estrategia de la izquierda política española de los últimos tiempos supone el más difícil todavía y el equilibrismo más osado que se haya visto en mucho tiempo. Juega al malabarismo y camina por la cuerda floja, pero con red; sobre el filo de la navaja, pero sin quitarle la funda de cuero. En la «sociedad de riesgo», ellos no arriesgan nada; amagan y amenazan, tan sólo. […]

Mas, ¿qué ocurriría si el PSOE no ganase las elecciones, sean las próximas o las futuras? Al haber unido su destino con el ideal de la paz de Izquierda Unida, igual que Felipe González asoció su destino al de Alfonso Guerra, es decir, al ser como el Yo y la Circunstancia de Ortega y Gasset, si no se salva uno, no se salva el otro, ni la otra. Sea como fuere, guerra tenemos y tendremos, pues ya han dejado claro quienes son de izquierdas que ni un Gobierno del Partido Popular ni una mayoría en el Parlamento, que no sea la suya, tiene legitimidad para gobernar. ¿Cree alguien que van a conformarse si pierden nuevamente las elecciones?


El progresismo juega con dos barajas, y si no sale lo que quiere (en la ruleta, rojo e impar), rompe la baraja. Si no gobierna, no deja gobernar a los demás (para ellos, «los otros»). O siguen en la Moncloa y los Ministerios, en la Presidencia y Consejerías de las Comunidades Autónomas, en las Diputaciones y Cabildos, en los Ayuntamientos, etcétera, y se les deja mandar en los Rectorados de las Universidades, en los Consejos de Administración de las empresas públicas y en los Consejos de Redacción de los media; en suma, o lo tienen todo, o… Huelga General y sublevación, acción directa e insurrección, piquetes y amenazas, acoso y derribo.

La izquierda no vive hoy en España una melancolía de opereta o revista de variedades, de esa que entonase un ♪ ni contigo ni sin ti tienen las penas remedio ♪, sino una recaída en el totalitarismo más propio de la crudeza y la vetustez del «realismo socialista». Simplemente, lo quieren todo: estar en las instituciones y en la calle, en el Poder y contra el Poder. ¡Eso sí que estar in y ser out!



El presente artículo fue publicado en la Revista semanal del diario Libertad Digital, con el título de «In & Out», el día 4 de abril de 2003. Ofrezco aquí una versión corregida y reducida del mismo.


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