jueves, 19 de enero de 2012

GLAMOUR FOU

©Magnum-Press
En un acto público celebrado en Madrid hace un par de años en defensa de la democratización de Cuba, con notoria presencia de artistas e intelectuales de la izquierda política, el escritor Mario Vargas Llosa, portavoz señero de la reunión, declaraba: «Hay que quitarle ese falso glamour a la dictadura cubana». ¡Bravo! La moción no tiene para mí enmienda. Si algo explica, en efecto, la subsistencia del criminal régimen castrista es, por encima de cualquier otra consideración, el apoyo material y moral que recibe de la izquierda de todos los partidos y continentes. Un sostén, un socorro rojo, sin vergüenza; hasta hoy, tal vez. Sea como fuere, una golondrina no hace verano.

Junto a Gaza y otros reductos muy emblemáticos de resistencia (ya quedan pocos, gracias a Dios), la izquierda política ha hecho tradicionalmente de Cuba su reserva doctrinal frente a Occidente y la democracia liberal. La foto del Che Guevara, el pañuelo palestino o la hoz y el martillo no son exhibidos en nuestras democracias con discreción, sino con orgullo y ostentación. 

Hace pocos días veíamos en la prensa fotos de inmensas pancartas con amenazantes símbolos comunistas junto al Partenón de una Atenas de lo más arruinada, y uno, inocentemente, se pregunta si el monumento se encuentra en tan penoso estado por efecto de martillazos y de un buen golpe de hoz. Simple asociación de ideas, lo confieso.

©Magnum-Press
La cruz gamada nazi está hoy prudentemente proscrita y el negacionismo del Holocausto, generalmente repudiado, pero no las enseñas totalitarias de izquierda; ni el negacionismo del 11-S, dicho sea de paso. El ideario del socialismo, tras el derrumbe del Muro de Berlín, no sólo sigue publicitándose con pavoneo por parte de sus partidarios, sino hasta con agresividad, en caso de oponérseles la menor objeción o plantearles una tímida puntualización. El rojo está rabioso, Mami, qué será lo que quiere el rojo... No sé qué más quiere. Pero, sí lo que tiene: falso glamour.

La izquierda tiene ese falso glamour que fascina a propios y extraños porque tiene licencia para… actuar. Impunemente. Haga lo que haga, siempre queda bien. Ayer contigo, hoy contra ti. Como una agencia de patentes o una oficina aduanera, despacha permisos, créditos y visados con valor de ley. Con gran espíritu de cuerpo protector (vulgo, sectario), empuña una ideología benefactora del propio gremio que limpia, fija y da esplendor. 

En su seno, está uno protegido frente a contradicciones, cambios de opinión y de régimen político, mudanzas en modas culturales y crisis financieras. Fuera del Partido y de la izquierda, vive uno, por el contrario, a la intemperie. Aunque, eso sí, respirando aire fresco y libertad.

El muro de Berlín ©Magnum-Press
La presente columna fue publicada en el diario digital Factual.es (hoy fuera de la circulación), bajo el título de «Ese falso glamour de la izquierda», el 23 de mayo de 2010. He introducido pequeños cambios en algunas frases a fin de ajustarla a la hora actual, así como una leve revisión gramatical y de estilo.


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