lunes, 29 de septiembre de 2014

WINSTON CHURCHILL DESMONTA EL «ESPÍRITU DE MUNICH»


¿Qué entendemos por «espíritu de Munich»? Atendamos a esta exposición: «”El espíritu de Munich” alude así a una política de estados y pueblos que rechazan confrontar una amenaza e intentan obtener paz y seguridad mediante la conciliación y el apaciguamiento o, incluso, en algunos casos, la colaboración activa con los criminales.» (Bat Ye'or, “El retorno de Munich: el espíritu de Eurabia”, GEES [Grupo de Estudios Estratégicos]).

El día 5 de octubre de 1938, en respuesta al célebre «acuerdo de Munich» firmado, entre otros, por Arthur Neville Chamberlain y Adolf Hitler (29 de septiembre de 1938), Winston Churchill pronuncia un memorable discurso ante la Cámara de los Comunes en Londres donde rebaja la euforia desatada tras el regreso del por entonces Primer Ministro británico de su cita en Baviera. Repasemos algunos pasajes del speech de Churchill:


«Lo máximo que ha sido capaz de conseguir [Chamberlain] para Checoslovaquia y en las cuestiones sobre las cuales todavía no se había llegado a ningún acuerdo, ha sido que el dictador alemán, en lugar de agarrar los víveres de la mesa, se conformase con hacer que se los sirvieran, plato por plato.»


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«Se puede poner un ejemplo muy sencillo, si la cámara me permite modificar la metáfora. Se exigió una libra esterlina a punta de pistola. Cuando se entregó, se exigieron dos libras esterlinas a punta de pistola. Al final, el dictador accedió a tomar una libra, diecisiete chelines y sesenta céntimos y el resto, en promesas de buena voluntad para el futuro.»

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«Siempre he defendido la opinión de que mantener la paz depende de la acumulación de elementos disuasivos contra el agresor, unida a un esfuerzo sincero por repasar los agravios.»

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«Nos hemos visto reducidos desde una posición en la cual la misma palabra “guerra” sólo la habrían usado las personas que querían ir a parar a un manicomio. Hemos descendido desde una posición de seguridad y poder (poder para hacer el bien, poder para ser generosos con un enemigo vencido, poder para ponernos de acuerdo con Alemania, poder para concederle la compensación adecuada por sus agravios, poder para impedir que siguiera armándose, si queríamos, poder para tomar las medidas que nos parecieran correctas, por la fuerza, por misericordia o por justicia)... hemos descendido, en cinco años, desde una posición segura e incuestionable hasta donde estamos ahora.»

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«En lo que respecta a este país [Reino Unido], la responsabilidad debe recaer en los que ejercen un control indiscutible sobre nuestros asuntos políticos, que ni evitaron que Alemania se rearmara, ni se rearmaron a su vez a tiempo.»

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«El primer ministro [Chamberlain] quiere que haya unas relaciones cordiales entre este país y Alemania. No hay ninguna dificultad en absoluto para mantener relaciones cordiales con el pueblo alemán. Les acompañamos en el sentimiento, pero ellos no tienen el poder. Se deben mantener relaciones diplomáticas y correctas, pero no puede haber nunca amistad entre la democracia británica y el poder nazi, ese poder que rechaza la ética cristiana, que alienta su avance con el paganismo bárbaro, que se jacta de su espíritu de agresión y conquista, que obtiene fuerza y un placer perverso de la persecución y utiliza, como hemos visto, con brutalidad despiadada, la amenaza de la fuerza asesina. Ese poder no puede ser nunca el amigo leal de la democracia británica.»


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«Dentro de muy pocos años, tal vez de muy pocos meses, deberemos enfrentarnos con demandas que, sin duda, nos harán cumplir; esas demandas pueden tener que ver con la entrega de territorio o la renuncia a las libertades. Preveo y pronostico que la política de sometimiento llevará consigo restricciones a la libertad de expresión y de debate parlamentario, en plataformas públicas, y a los debates en la prensa, porque se dirá (de hecho, oigo, que se dice ahora, de vez en cuando) que no podemos permitir que unos políticos ingleses, comunes y corrientes, critiquen el régimen dictatorial nazi. Entonces, con la prensa bajo control, en parte directo, pero, sobre todo, indirecto, y con todos los órganos de la opinión pública embotados y anestesiados para dar su consentimiento, nos conducirán hacia nuevas etapas de nuestro viaje.»

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«Y no supongan que aquí acaba todo. La hora de la verdad no ha hecho más que comenzar. Esto no es más que el primer sorbo, el primer anticipo de una copa amarga que nos ofrecían año tras año, a menos que, mediante una recuperación suprema de la salud moral y el vigor marcial, volvamos a levantarnos y a adoptar nuestra posición a favor de la libertad, como en los viejos tiempos.»


(Extractos del discurso de Winston Churchill, «Una derrota total y rotunda. 5 de octubre de 1938. Cámara de los Comunes», en ¡No nos rendiremos jamás! Los mejores discursos de Winston S. Churchill. Seleccionados y presentados por su nieto Winston S. Churchill, traducción de Alejandra Devoto, La Esfera de los Libros, Madrid, 2005, págs. 202-213).



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