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Como «testimonio personal» define
Frank G. Rubio, en las primeras páginas, el libro El pensamiento envenenado. Covidistopía y Estado Terapéutico
(2023). Sin pelos en la lengua, sin
contemplaciones, sin divagaciones, cogiendo el toro por los cuernos, Rubio
asume, ciertamente, el asunto como algo personal. Un personal descenso a los infiernos del Totalitarismo “plandémico» (según expresión del propio autor), en que reúne las experiencias y sensaciones experimentadas personalmente y las reflexiones sobre el mismo, desde que en marzo de 2020 fuese escenificado, en gran parte del Planeta, con un propósito que puede sintetizarse en el plan diabólico de negación de la persona y de la civilización como hasta entonces eran conocidas. Una actitud que queda
recogida desde la misma Dedicatoria del volumen y empapa sus páginas hasta la
contraportada. ¿Hace bien en adoptar semejante actitud? Creo que sí. Es más: hace
lo que hay que hacer como escritor crítico y comprometido.
No quiere esto decir que nos hallemos
ante un texto (una recopilación de textos, en realidad) cegado por la pasión y
el arrebato. Se trata, eso sí, de un trabajo escrito con rabia contenida, a
veces difícil de contener… Compuesto (en especial, su primera parte) no en caliente, sino una vez ha trascurrido
suficiente periodo de reflexión, de documentación y maduración de ideas, cuando
el autor ha tenido tiempo para compendiar y exponer negro sobre blanco la
naturaleza profunda e insana del Mal que ha envenenado (y sigue envenenando) el
pensamiento y el vivir de los hombres a escala planetaria. Hay aquí, pues,
información y análisis, un repaso no exhaustivo, mas sí preciso y justo, de los
puntos esenciales de la devastadora agenda en marcha. Dicho en otras palabras: El pensamiento envenenado no es, en
rigor, un panfleto ni una diatriba ni menos un libelo (reconocibles sólo con advertir un modelo de título: Contra…), aunque se
le acerque en ocasiones. En cualquier caso, no está escrito desde la
envenenada indignación, que ofende la razón y el razonamiento. Antes al
contrario, transita a través de pasos meditados y ponderados, medidos a veces con
ironía, sabia actitud que conlleva en sí misma cierto distanciamiento.
Y digo más. ¿De qué otra manera sería
lícito enfrentarse, sino que frontalmente y como
algo personal, al Nuevo Desorden
Mundial en acción, y que pretende, precisamente, la negación de la persona?
¿Acaso de esa manera meliflua que tan a menudo hallamos en presuntos análisis,
críticos o menos críticos, más o menos condescendientes con el Mal Extremo, a
base de textos fríos y neutros, cuando no de infame y proclamada neutralidad,
de falaz «objetividad», de pomposa moderación, de frío y distante análisis
clínico, realizado con medidas profilácticas, guantes de vinilo y mascarilla, como
si a uno no le afectase la cosa o temiera contagiarse de la verdad?
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Ocurre que la gravedad de la cuestión que el autor tiene (que todos tenemos, la humanidad entera)
entre manos exige al entendimiento consciente de la atrocidad del problema, y del cinismo miserable con que se publicita, no actitudes melindrosas, sino valientes y
claras. Llámese «Agenda 2030», «Nuevo Orden Mundial», «Gran Reseteo» o «Totalitarismo Pandemoníaco», el tema de nuestro
tiempo supera en violencia y saña a los previos ataques a la vida, la libertad,
la propiedad privada y la dignidad del hombre, y no será por falta de muestras
(que no ejemplos) de episodios en la historia de la humanidad que han penetrado
con fiereza en la más baja insania y sinrazón, hasta caer en lo más
bajo, la sima de los avernos. Lo cierto es que, comoquiera que se denomine la
cosa, ha golpeado, hasta el punto de quebrarlo, el «fuste torcido de la
humanidad» (Isaiah Berlin).
Los confinamientos de masas; las
restricciones a la libertad personal y a los caducados derechos humanos; la
obligatoriedad de uso de insensatas, amén de dañinas, mascarillas, o de pringosos
geles para acceder a locales públicos; el discurso oficial, por parte tanto de
entidades gubernamentales cuanto de empresas y compañías privadas; los
programas colectivos de inoculación de venenosos fluidos (calificados de «vacunación»
por la Autoridad); los proyectos biotecnológicos, «transhumanistas» en acción;
la degradación y corrupción de gran parte de profesiones, oficios y ocupaciones
diversas, desde la casta médico-sanitaria hasta la desvergonzada tarea servil y
maliciosa de los medios de comunicación, (por citar algunos casos, generosa y
sagazmente analizados en el volumen) sólo revelan elementos de puesta en
escena, atrezzo y utilería en aquello que resulta fundamental: el objetivo descomunal de instaurar un Estado Terapéutico, un
régimen esclavista y deshumanizado, un callejón sin salida, un fin final, el apocalipsis ahora…
Frank G. Rubio se introduce (y con él
al lector) en el ojo de huracán en que vivimos milagrosamente. Para ello fija
su atención en datos y documentaciones, declaraciones de especialistas de
verdad y «expertos» de pacotilla, con su correspondiente cotejo crítico. Con
todo, no pierde de vista lo que vislumbra como más allá de lo perceptible, de
lo que se dice, allá en la profundidad de lo real, al otro lado del espejo o
tras la puerta, pues no es de los escritores que «restringen su imaginación,
una forma cualificada de percepción, a los límites que impone el lenguaje»
(pág. 256), pace Ludwig Wittgenstein. No por ello desoye lo más provechoso de la tradición filosófica occidental.
«Dirá Heráclito
que la naturaleza gusta de ocultarse, physys
khryptesthai philéi. La naturaleza, la realidad gusta de ocultarse. Lo
cual, evidentemente, hace referencia a algo que va a ser decisivo en el
pensamiento de Parménides: es la diferencia entre lo patente y lo latente.
"La naturaleza gusta de ocultarse", es decir, es algo latente, algo
que está oculto y evidentemente el problema será manifestarla, descubrirla,
hacerla patente... lo que se llama en griego aletheia. Aletheia es lo
que no está oculto, lo que se des-vela, lo que se re-vela...»
Julián
Marías. Curso «Los estilos en la filosofía», Madrid, 1999/2000
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«Este
breve ensayo que integra la primera parte del libro […] pretende dar
cuenta de manera divulgativa del
fenómeno “plandémico” en distintos planos, con la modesta intención de
introducir y aclarar los artículos seleccionados en la segunda parte de este
libro.» (pág. 35).
Libro,
en resumen, que combina con rigor y precisión el análisis y la denuncia, la
perspectiva personal del problema y su dimensión universal (global). La
reflexión reposada y documentada (Primera Parte del volumen) convive, asimismo,
con las experiencias y sensaciones experimentadas tras el ataque concertado y abierto
en canal a escala general (Segunda Parte) a lo que queda de civilización en el mundo. Esta circunstancia concede un valor
y un interés extra (o doble) a la lectura de este trabajo esencial a la hora de
afrontar bravamente el problema número uno de la humanidad en peligro.
Y también este
hecho (la estructura variada —de antología— del libro sobre un tema común, que puede leerse de seguido
o por partes) pone de manifiesto, de modo especialmente palpable, la necesidad de
un Índice general, así como de una edición en e-book, de los cuales desgraciadamente carece. Unas faltas que justo sería fuesen reparadas
en la segunda edición de la obra, la cual es deseable y se merece una obra de
este empaque, coraje y penetración. Un ensayo, pues, necesario.
Nota sobre el autor tomada de la página web de la editorial