lunes, 26 de enero de 2015

GRECIA 2015: EL REGRESO DEL LOGOS AL MITO




Resulta patético observar cómo algunos, bastantes, por ignorancia, malicia o para quedar bien en escena, jalean el ascenso del comunismo y el populismo nacionalista en la Grecia de nuestros días (lo que no significa «actual» ni «moderna»), glorificando una miseria material y moral sancionada por las elecciones generales en enero de 2015, todo ello porque dicen sentirse herederos y protectores de la Grecia antigua. Porque afirman simpatizar con lo clásico y empatizar con el sufrimiento del milenario país heleno, y como muestra de solidaridad, quieren ponernos a todos en el lugar de los griegos desnortados. Esto sostiene ahora en el ágora el logos retro-progresista.


Sepan esos espartanos de esparto y espanto que la vieja Esparta era partidaria de la austeridad más severa, de la sobriedad, de la carestía en la vida, de la disciplina y la marcialidad más rigurosas. Y que la Atenas de antaño auspiciaba el libre comercio y se regía por un derecho que castigaba el impago de las deudas con la esclavitud.


 Sepan los pirados por el Pireo de peplum, quienes se ponen al pairo esperando la cartilla de racionamiento para ir tirando, los que han sustituido la meditación peripatética por la manifestación callejera, que Grecia, desde la caída de Constantinopla, es sólo la huella del pasado que fue, poco más que una ruina, un Estado fallido, otomizado, hecho añicos, en el extremo oriental de Occidente, al que miran con desdén con la vista puesta en el Este, quebrantado por efecto de las políticas intervencionistas que ahora pretenden amplificar e incrementar los nuevos/viejos gobernantes salidos de las urnas como quien sale de las cavernas.


Proclamando enfrentarse a la timocracia, o gobierno de los propietarios (¿de los ricos?), los griegos recién venidos del sufragio han optado por afianzar el paso en la senda del Gobierno del timo, del embuste, de la pillería, del expolio, de la confiscación, del gobierno por y para los pobres.

España no es Grecia. Lógico: A no es igual a no-A. Pero es que hoy Grecia tampoco es Grecia. Ni los dirigentes extremistas que piden lo imposible y lo quieren todo sin dar nada son Solón o Pericles. La cultura del demos ha mudado al hábito del «dame». El Logos ha retrocedido hasta el Mito. El eterno retorno de Grecia. Hasta Logos…



domingo, 11 de enero de 2015

EL SER Y LA NADA



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7 de enero de 2015. Atentado terrorista en París, Francia. Objetivo criminal: el semanario satírico Charlie Hebdo, iconoclasta, «Journal irresponsable», deslenguado, de orientación izquierdista. Doce miembros de la redacción asesinados. Pecado: haber publicado caricaturas de Mahoma, consideradas irreverentes por agrupaciones islamistas, las cuales previamente habían exigido la censura de las mismas.


Reacción por doquier, en y por todos los medios: indignación general; apoteosis de empatía global. Consigna: «Todos somos Charlie Hebdo».


Explosión de sentimientos identitarios al tiempo que altruistas. Buscar lógica o racionalidad en la pasión desatada es de locos.

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«Je suis Charlie Habdo», rezan muchas camisetas, rótulos, pancartas y portadas de periódicos en todo el mundo. La lengua francesa vuelve a ser el idioma universal. «Je est un autre», poetizaba Arthur Rimbaud. «Yo es otro». ¿Qué significa esto? Gran parte de la civilización occidental no quiere ser tomada por lo que es.


Velas encendidas que no dejan ver los oscuros velos. Lazo en negro que ata y prensa como el abrazo del oso. Ilusión de solidaridad universal y de fraternidad colectiva. Tranquilizada esta vez la conciencia culpabilizada. De momento. Porque depende de quiénes sean las víctimas y dónde caiga el rayo.

«Todos somos Charlie Habdo». Funesta metáfora: Occidente se pone en el lugar de los muertos. En vez de ponerse en su lugar y las cosas en su sitio...

«L'enfer, c'est l´Autre» («El infierno es el Otro»), sentenciaba Jean Paul Sartre mediado el siglo XX. Eran otros tiempos. Los tiempos modernos. Hoy estamos en la post-post-modernidad.

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«El 7 de enero pasado, terroristas islámicos […] Asesinaron a doce periodistas irreverentes que pagaron con sus vidas su acto de defensa de la libertad de expresión. Una vida por cada caricatura. La manera honrosa de custodiar su legado será perpetuarlo. Todos los editores de medios del mundo libre deberían reproducir esas —ahora icónicas— doce caricaturas de la discordia inmediatamente. Sólo así la frase «Todos somos Charlie» trascenderá los confines del mero eslogan.», escribe el 9 de enero Julián Schvindlerman.


«Je suis Charlie». El divisa sólo tendrá sentido y podrá tomarse en serio, superando la mera condición de contraseña, cuando el lema que uno exhiba incluya, no un fondo en negro o con crespón de luto, caricaturas satíricas de Mahoma. ¿Querrán ahora muchos ponerse en el lugar de ese otro? Sólo entonces sabremos de verdad qué son y lo que son los unos y los otros.