Semejantes
modos delatan, como mínimo, una sospechosa tendencia a la anacronía, cuando no
al ávido determinismo, como dando a entender que si un autor clásico se
expresa, por ejemplo, en primera persona o emplea la elipsis a modo de formas
estilísticas, resulta ser entonces «muy moderno», en la medida en que con ello se
anticipa a lo que un periodo posterior será tomado como elemento cultural
característico y hasta ejemplar.
En realidad, ocurre justamente lo contrario:
aquello juzgado como «moderno» es muchas veces actual y efectivo porque ya los
antiguos fueron capaces de vislumbrarlo, poseerlo y mostrarlo en su momento.
Lo justo y
razonable sería afirmar, en consecuencia, que a veces los modernos resultan «muy antiguos», al menos cuando recurren a usos y modos empleados antaño de
manera provechosa, siendo tan válidos y fructíferos hoy como ayer. No otro
sentido posee el concepto «clásico», éste sí tolerado por modernos y
posmodernos, aun con inocultable reserva y prevención.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario