Resulta
patético observar cómo algunos, bastantes, por ignorancia, malicia o para
quedar bien en escena, jalean el ascenso del comunismo y el populismo
nacionalista en la Grecia de nuestros días (lo que no significa «actual» ni «moderna»), glorificando
una miseria material y moral sancionada por las elecciones generales en enero
de 2015, todo ello porque dicen sentirse herederos y protectores de la Grecia
antigua. Porque afirman simpatizar con lo clásico y empatizar con el
sufrimiento del milenario país heleno, y como muestra de solidaridad, quieren ponernos
a todos en el lugar de los griegos desnortados. Esto sostiene ahora en el
ágora el logos retro-progresista.
Sepan
esos espartanos de esparto y espanto que la
vieja Esparta era partidaria de la austeridad más severa, de la sobriedad,
de la carestía en la vida, de la disciplina y la marcialidad más rigurosas. Y que la Atenas de antaño auspiciaba el
libre comercio y se regía por un derecho que castigaba el impago de las deudas
con la esclavitud.
Sepan los pirados por el Pireo de peplum, quienes se ponen al pairo
esperando la cartilla de racionamiento para ir tirando, los que han sustituido
la meditación peripatética por la manifestación callejera, que Grecia, desde la caída de Constantinopla,
es sólo la huella del pasado que fue, poco más que una ruina, un Estado
fallido, otomizado, hecho añicos,
en el extremo oriental de Occidente, al que miran con desdén con la vista puesta
en el Este, quebrantado por efecto de las políticas intervencionistas que ahora
pretenden amplificar e incrementar los nuevos/viejos gobernantes salidos de las
urnas como quien sale de las cavernas.
Proclamando
enfrentarse a la timocracia, o gobierno de los propietarios (¿de los ricos?),
los griegos recién venidos del sufragio han optado por afianzar el paso en la
senda del Gobierno del timo, del embuste, de la pillería, del expolio, de la confiscación,
del gobierno por y para los pobres.
España no es Grecia. Lógico: A no es igual a no-A. Pero es que hoy Grecia tampoco es Grecia.
Ni los dirigentes extremistas que piden lo imposible y lo quieren todo sin dar
nada son Solón o Pericles. La cultura del demos
ha mudado al hábito del «dame». El Logos ha retrocedido hasta el Mito. El eterno
retorno de Grecia. Hasta Logos…
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