7 de enero de 2015. Atentado terrorista en París, Francia. Objetivo
criminal: el semanario
satírico Charlie
Hebdo,
iconoclasta, «Journal irresponsable», deslenguado, de orientación izquierdista. Doce miembros de la
redacción asesinados. Pecado: haber publicado caricaturas de Mahoma,
consideradas irreverentes por agrupaciones islamistas, las cuales previamente
habían exigido la censura de las mismas.
Reacción por doquier, en y por todos los medios: indignación
general; apoteosis de empatía global. Consigna: «Todos somos Charlie Hebdo».
Explosión de sentimientos identitarios al tiempo que
altruistas. Buscar lógica o racionalidad en la pasión desatada es de locos.
«Je suis Charlie Habdo»,
rezan muchas camisetas, rótulos, pancartas y portadas de periódicos en todo el
mundo. La lengua francesa vuelve a ser el idioma universal. «Je est un autre», poetizaba Arthur Rimbaud. «Yo es otro». ¿Qué
significa esto? Gran parte de la
civilización occidental no quiere ser tomada por lo que es.
Velas encendidas que no dejan ver los oscuros velos. Lazo en
negro que ata y prensa como el abrazo del oso. Ilusión de solidaridad universal y de
fraternidad colectiva. Tranquilizada esta vez la conciencia culpabilizada. De
momento. Porque depende de quiénes sean las víctimas y dónde caiga el rayo.
«Todos somos Charlie Habdo». Funesta metáfora: Occidente se pone en el lugar de los muertos. En vez de ponerse en su lugar y las cosas en su sitio...
«Todos somos Charlie Habdo». Funesta metáfora: Occidente se pone en el lugar de los muertos. En vez de ponerse en su lugar y las cosas en su sitio...
«L'enfer, c'est l´Autre»
(«El infierno es el Otro»), sentenciaba Jean
Paul Sartre mediado el siglo XX. Eran otros tiempos. Los tiempos modernos. Hoy
estamos en la post-post-modernidad.
«El 7 de
enero pasado, terroristas islámicos […] Asesinaron a doce periodistas
irreverentes que pagaron con sus vidas su acto de defensa de la libertad de
expresión. Una vida por cada caricatura. La manera honrosa de custodiar su
legado será perpetuarlo. Todos los editores de medios del mundo libre deberían
reproducir esas —ahora icónicas— doce caricaturas de la discordia
inmediatamente. Sólo así la frase «Todos
somos Charlie» trascenderá los confines del mero eslogan.»,
escribe el 9 de enero Julián Schvindlerman.
«Je suis Charlie». El divisa sólo tendrá sentido
y podrá tomarse en serio, superando la mera condición de contraseña, cuando el
lema que uno exhiba incluya, no un fondo en negro o con crespón de luto, caricaturas
satíricas de Mahoma. ¿Querrán ahora muchos ponerse en el lugar de ese otro? Sólo entonces sabremos de verdad qué son y lo que son los unos y los
otros.
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