viernes, 1 de mayo de 2020

CUADERNO DE UNA TORMENTA SECA (8). SIN DESMAYO



El mes pasado olvidé cambiar la hoja del calendario, que es una forma de pasar página en la historia del tiempo. Era 15 de abril cuando me percaté de que mis días y mis noches seguían un camino propio, distinto del oficial y del usual en el mundo que me rodea. Era 15 de abril y el pétalo del almanaque, ante mis ojos, se había quedado colgado en el mes de marzo. No, no era marzo, que era abril, ay de mí.
Podía haber tenido un indicio del despiste en el planeta Cronos, dios cruel, si mi vecina del 2º Izquierda no hubiese abandonado, por un tiempo, sus gustos musicales. Durante años he sentido su palpitar cada vez que ponía en la cadena musical (o acaso la Cadena Ser) canciones del titiritero ese con un bombín calado hasta la ceja, sí, ese que pregunta quién le ha robado el mes de abril, estribillo que he escuchado tantas veces a través de las paredes. Esta vez, no. Ahora no tocaba. Por lo visto. Por lo que no oí. No era momento de mentar al ladrón ante los que son de su condición.
Abandona mi mente los temas sombríos para volver a abrir la primavera, y me asalta el poema que T. S. Eliot dedicó al mes de abril:

April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain

Abril es el mes más cruel: fecunda
lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y deseos, reanima
durmientes raíces con la lluvia primaveral

Poema con flema, a propósito de la gema de la vida, nada en él cabe entender; sólo escuchar atentamente, y apercibirse de si, tras leerlo, algo ha brotado en ti. Tal vez, un recuerdo.

Recuerdo haber escrito sobre otros lances de calendario. Una vez, a propósito de cuándo fijar el Memorial Day del Presidente norteamericano Abraham Lincoln, porque hay disparidad al respecto, si el 14 de abril (noche del atentado criminal) o el 15 de abril (fecha de la muerte del Presidente). Pues bien, hallé la respuesta leyendo a Walt Whitman. Sobre por qué abril es el mes más cruel, digo.

«El poeta de Nueva York, en uno de sus poemarios dedicado a la muerte del Presidente, escribe, con palabras perfumadas de primavera, que Lincoln murió when lilacs last in the door-yard bloom’d. Verso florido que propongo traducir al español de esta forma: cuando las últimas lilas florecían frente al porche.
Lo que no dicta el calendario, lo canta el poemario.» (Dos veces bueno, 2014)

Me han robado mis días y mis noches en esta primavera de sala de espera, pero yo no canto ni escribo versos ni desfallezco. Caen y brotan hojas del anuario, mas yo vivo en un verano lejano, allí donde no me alcanzan ráfagas de frío viento del norte ni feroces aguaceros. Sobrevivo porque le he dado la espalda al invierno del descontento.
Me robaron marzo, y sigo aquí, esperando la llegada de la paloma. ¿Qué o quién la habrá retenido en esta duración detenida? Para alguno, abril ha sido el mes más cruel, allá él, porque abre, dice, la puerta a mayo, otro mes de prueba y ensayo.
Pero, yo no desmayo. Desde mi ventana escucho el canto del mirlo y pronto veré florecer en mi jardín los pensamientos.

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