Este
cuaderno está alargándose más de la cuenta. Llevo la cuenta, en días y meses. Y
todo indica que habrá que prepararse para contar por años. Más de lo previsto, pues, aunque visto lo visto…
El
caso es que la tormenta no cesa ni cede un centímetro, sino todo lo contrario.
Al objeto de que alguien pueda contarlo, prudente será, a quien pueda
interesar, proponer una Guía de Supervivencia, en estos tiempos de progreso
(¡ah, esto era el Progreso!) de la barbarie en detrimento de la civilización,
un breve manual de sugerencias, interrogantes, sospechas y reservas en la era del
Aceptar.
*
Por
encima de todo, precaverse de seguir noticias e imágenes en los medios de comunicación al servicio de la Propaganda (prensa, radio, televisión), como medida
profiláctica para no empeorar la salud de la personas (“salud pública” es
término erróneo y palabra trampa), ya muy dañada por efecto del confinamiento en las
viviendas durante meses y el contagio del pánico colectivo.
*
Anteponer
la libertad a la (presunta) seguridad; el riesgo, a la (farsante) protección; el
sentido común, a las órdenes y los protocolos (presumiblemente) sanitarios. Preferir lo real a lo probable.
*
Recelar de adalides de la teoría de la
conspiración que ejercen de aprendices de brujo, y parecen más inclinados a
sembrar recelos, llamar la atención y montar un espectáculo que a ofrecer
riguroso detalle y análisis de los acontecimientos.
Sin rechazar por ello las maquinaciones, tramas organizadas y conjuras —porque haberlas, haylas—, preciso es cotejarlas con datos y racionalidad crítica, antes de darles publicidad y añadir rumores al ruido.
Sin rechazar por ello las maquinaciones, tramas organizadas y conjuras —porque haberlas, haylas—, preciso es cotejarlas con datos y racionalidad crítica, antes de darles publicidad y añadir rumores al ruido.
*
En
caso de dudas fundadas, preguntarse a quién beneficia determinada declaración, acción o
conducta inexplicable.
*
No
clasificar hipótesis y especulaciones sobre manejos y planes en el mismo
apartado que propósitos declarados de llevarlos a cabo. Verbigracia, no son
novedad las peligrosas indicaciones e invectivas de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) ni secreto el proyecto de constituir un Orden Único Mundial con un Alto
Mando al frente ni la maniobra de digitalizar la sanidad mundial —un paso más
en la avanzada de la “sanidad pública”— con marca registrada ni tampoco la
decisión de eliminar el dinero en efectivo en beneficio exclusivo de su uso por
medios electrónicos, entre bastantes otros objetivos que amenazan el valor
supremo de la vida, la libertad y la propiedad privada en las personas.
*
Preguntarse por qué los críticos de una presunta conspiración en el caso COVID-19 reaccionan agresivamente ante su
sola formulación, tomándola como un asunto personal, condenándola a priori por
descabellada (sin sopesarla siquiera) o la catalogan sin más como propia de la
“extrema derecha”. ¿Y si en vez de “conspiración” hablásemos de “maniobras”?
*
Sospechar de quienes emplean el
término “conspiranoico” con vocación de etiqueta descalificadora, al tiempo que
lo adoptan cuando les place o conviene. Verbigracia, los que denuncian con
persistencia la "mano invisible y tenebrosa" del Dinero, el Capital y las Finanzas de los
“potentados” que mece la acción política de los Gobiernos o quienes han negado
—esta vez, sí— la “explicación oficial” de los atentados terroristas del 11 de
septiembre de 2001 en Estados Unidos y formulan teorías alternativas a la
misma.
Reparar en que los censuradores de la
probable causalidad en el caso COVID-19, limitan sus reproches al
desencadenante de la pandemia (si surgido en cocinas o en laboratorios), pero
ignoran o callan la perspectiva conspirativa referida al pandemónium o acción
combinada de confinamiento universal de la población, bloqueo de la
actividad económica y la práctica supresión de los derechos y libertades de los
individuos.
*
Atender al hecho de que muchos defensores de la “doctrina oficial” sobre el caso coronavirus, y fieles
obedientes a las normas impuestas, señalan, reprochan y hasta denuncian a los
incumplidores, y, en su caso, deducir si ello es debido a motivación sanitaria
o extrasanitaria.
*
La mayor parte de los fallecidos por
supuesto efecto del COVID-19 son ancianos, circunstancia que ha venido
precedida, desde hace no muchos meses, por la publicitación y defensa de la práctica eutanásica o la propuesta de negarles el derecho a voto en las citas electorales.
*
Confirmar que la defensa genérica por
parte de la opinión pública de la profesión médica no oculta, en realidad, la
defensa en exclusividad de la “sanidad pública” (palabra trampa) en perjuicio
de la gestión privada en la salud de las personas, como si aquélla anhelase
devorar a ésta.
*
Meditar el hecho de que, a nivel
corporativo, la profesión médica no ha dudado de la “verdad oficial”
sobre la pandemia ni ha puesto objeción a los previsibles daños
colaterales que el pandemónium ocasiona en salud de los individuos, no
todos ellos contagiados de coronavirus aunque sí expuestos a otras enfermedades y
dolencias o padeciéndolas de hecho, las cuales se han visto eclipsadas por La
Enfermedad por antonomasia. Las quejas del gremio se han centrado en la falta de medios y en
la propia protección del colectivo sanitario ¡para poder hacer más! Mientras
que las denuncias o meras objeciones, cuando se han hecho públicas, han tenido
un carácter limitado, aislado, individual.
Algo similar a lo anterior podría
decirse de la profesión relacionada con el Derecho y la protección de los derechos y las libertades (abogados, fiscales, jueces, etcétera) y con la seguridad de los
ciudadanos (cuerpos y fuerzas policiales), diluida o incluso vulnerada en aras de la extrema misión de vigilancia y coacción.
*
Cuestionarse si el optimismo asociado
a la defensa de la “doctrina oficial” y la propaganda vinculada a ella
(“¡Quédate en casa!”; “¡Saldremos mejores y más fuertes de esto!”), variación del
colaboracionismo en ocupaciones militares y revoluciones, no deriva del
interés en lograr alguna clase de beneficio particular, o es una manera
supersticiosa de exorcizar los miedos internos o asumir los ajenos por la nociva
ilusión de la empatía.
*
Examinar la concatenación entre la parálisis de la actividad económica y la consecuente destrucción de millones de puestos de
trabajo y la promoción compensatoria de la "Renta Básica" ("Mínimo Vital" y otros
eufemismos) planificada con carácter selectivo (¿premio al “buen
comportamiento” y la obediencia de la gente?).
*
No ofrecer el cuerpo y la mente a la
Política Sanitaria y a la Experimentación sospechosa ni vender el alma al Diablo
por una “paguita” o una mascarilla.
*
En el siglo XX, Estados Unidos y el Reino Unido
han sido los principales valedores de la libertad, garantizando una salida
democrática a las dos guerras mundiales que asolaron la centuria. Los dos
líderes de ambas (antiguas) potencias, Donald Trump (EE. UU.) y Boris Johnson
(Reino Unido), dos personalidades sin complejos y reacios a las maneras
diplomáticas y de protocolo oficial, con más circunstancia que pompa, de
carácter desenvuelto y poco dócil, han quedado desdibujados o maniatados (apelando a
distintas y sospechosas excusas), atadas en corto, desde el primer ataque de
virus y la llegada de las primeras ambulancias y coches patrullas. Al mismo
tiempo, las sociedades respectivas de las naciones que de deberían gobernar, han sido particularmente sacudidas por
revueltas especialmente virulentas, difícilmente explicables a movimientos espontáneos de “protesta”, al tiempo que permitidas con suma tolerancia. En la actual Crisis mundial (¿Tercera Guerra
Mundial?), ¿quedaría algún otro país o fuerza con posibilidades de frenar el
totalitarismo de nueva generación?
*
A
quien todavía no tenga claro el asunto o le produzca pavor sólo mencionarlo,
hasta el punto de alterar su conducta, esta
Guía de Supervivencia le recuerda que el hombre es un ser mortal. Que la inmortalidad es anhelo demasiado poco humano, casi diría que inhumano, un
sueño loco de la sinrazón. No tema usted a la muerte. Guárdese, mejor, de los que no le dejen vivir su vida. Y haga lo
posible por evitarles o reducirles.
*
Y
esto no acaba aquí. Mientras tanto,
buena fortuna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario