«Hay muchas cosas en esta Italia que no consigo entender... y de un modo especial no entiendo cómo un gobierno en bancarrota puede tener estaciones ferroviarias cual palacios y pasos a nivel maravillosos: duros como diamantes, rectos como una regla, lisos como el suelo, blancos como la nieve. Cuando es tan oscuro que no se ve nada, todavía pueden vislumbrarse las vallas de los pasos a nivel de Italia. Y están lo bastante limpias como para comer en ellas, sin mantel, con tal de ponerlas planas. Lo más curioso es que no cobran peaje.
En cuanto a los ferrocarriles... no tenemos ninguno igual. Los vagones se deslizan por las vías tan suavemente como si patinaran. Las estaciones son vastos palacios de mármol con majestuosas columnas de la misma piedra real, con grandes muros sólidos y techos decorados con frescos. Las altas puertas están adornadas con graciosas estatuas y los suelos son todos de brillante mármol.
Estas cosas me han interesado más que los centenares de museos llenos de tesoros de arte, pues puedo entenderlas, mientras que soy incompetente en cuadros. En los pasos a nivel, los trenes, las estaciones y las nuevas avenidas de casas uniformes vistas desde Florencia y otras ciudades, veo la marca de Luis Napoleón o, mejor dicho, de sus imitadores. Pero Louis se ha preocupado de que en Francia esas mejoras tuvieran una base: dinero. El dinero respalda sus proyectos y éstos fortalecen el país en vez de debilitarlo. La prosperidad material de Francia es auténtica.
Pero aquí el caso se presenta de distinto modo. El país se halla en bancarrota. No hay fundamentos reales para esas grandes obras.
La prosperidad indicada por ellas es una ficción. El Tesoro está vacío, y por esto, en vez de robustecer al país, lo debilitan. Italia ha llevado a cabo el más querido deseo de su corazón: es un Estado independiente, y al hacer eso ha sacado un elefante en la lotería política. Pero no tienen con qué alimentarlo. Inexperta en el gobierno, se lanzó a toda clase de gastos y malgastó su tesoro casi en un día. Derrochó millones en una escuadra innecesaria y cuando quiso jugar con el nuevo juguete, obtuvo un buen sopapo.»
No, no estamos refiriendo en esta crónica el estado presente de Italia, junto a otros países aledaños que comparten hoy similar fortuna, entre ellos España. El fragmento citado pertenece al libro de viajes Inocentes en el extranjero (Innocents Abroad) escrito por el genial y bienhumorado escritor norteamericano Mark Twain, y publicado en el año 1869.
Los paralelismos de estas páginas viajeras de Twain con el día de hoy van tan rectos como los mismos raíles del tren.
He aquí el milagro de Italia, constatable desde su fundación en la antigua Roma: vivir en el caos y en el esplendor, todo ello al mismo tiempo.Peccato que una nación como España no pueda permitírselo. Tal vez por ser menos afortunada que la bellísima Italia.
Me sonaba, porque he leido el libro de Twain, si se trata de "Vijes alredor del mundo" o en su guia "para viajeros inocentes"(además recientes, este verano) ,pero no caía, ya estaba yo pensando que D. Fernando había entrado en un estado pasajero de enajenación.:-)))
ResponderEliminarBuen post.
UN saludo.
Roy.
Gracias, amigo Roy, por su simpático comentario. Leí este verano el libro de Twain, subrayé el parrafo citado arriba porque el paralelismo con la actualidad me pareció pasmoso. He pensado que hoy sería un buen día para sacarlo a pasear en "Los viajes de Genovés".
ResponderEliminarUn saludo viajero.
No tengo perdón. No se como no había entrado antes en este lugar. Me he sumergido un poco por las profundidades y he encontrado entradas estupendas.
ResponderEliminarModernidad con antiguedad. Buena entrada. Le "resigo", amigo.
Lorenzo.
Y nada hay que perdonar, amigo Lorenzo. Bienvenido sea a este espacio viajero y gracias por sus amables palabras. Desgraciadamente, mis posibilidades de viaje no me van a llevar muy lejos... en el momento presente y en el inmediato futuro. Pero, aquí están mis crónicas y mis huellas, por aquí y por allá. Y aquí sigo, en "lista de espera", deseando poder volver pronto a levantar el vuelo.
ResponderEliminarSaludos viajeros
Un genio Mark Twain. Estoy de acuerdo con lo que se dice en este excelente comentario, Fernando. Es la pura realidad de Italia, paralela a la Roma de los césares, como bien dices. Y eso que se decía que eran la séptima potencia económica. En fin, la mano de Il Cavalieri es alargada. Ahora se está viendo quién es quién. Hasta ni los Estados Unidos se salvan de la crisis. Y ya se dice que cuando los EE. UU. tienen un resfriado, los demás están con gripe. Saludos.
ResponderEliminarCierto, Paco, hablamos de gigantes con pies de barro. Leyendo el relato de Twain y mirando a nuestro alrededor, advierte uno que el tradicional delirio de grandeza se llama en los tiempos modernos Estado de Bienestar.
ResponderEliminarSaludos viajeros