Julián Marías, Notas de un viaje a Oriente, Páginas de Espuma, Colección Voces / Ensayo, Madrid, 2011, 208 + XXXII páginas.
Julián Marías (Valladolid, 17 de junio de 1914 - Madrid el 15 de diciembre de 2005) estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, teniendo como maestros destacados José Ortega y Gasset, Javier Zubiri, Manuel García Morente, José Gaos, etcétera. Fiel discípulo de sus profesores y directores intelectuales (y espirituales), logra componer, sin embargo, una rica producción propia, trabajada desde una personalidad largo tiempo labrada. Ha firmado una obra muy considerable y meritoria, traducida a diferentes lenguas. Desde una vocación eminentemente filosófica, no se constriñe a la filosofía, y mucho menos a una filosofía escolar o académica. Ha escrito ensayos sobre sociología y teoría política, historia y teología; ha ejercitado la crítica literaria y cinematográfica; y tampoco ha desdeñado la literatura de viajes. Además de recibir múltiples premios y galardones —Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1996), Premio Internacional Menéndez Pelayo (2002), entre otros—, ha sido Académico de la Lengua y de Bellas Artes y Senador por designación real.
La presente publicación contiene, en edición crítica y ampliada, los materiales que dan cuenta del viaje realizado por Julián Marías, en el verano de 1933, en un Crucero Universitario, organizado a instancias de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Junto a dos centenares de estudiantes y profesores recorrió el Mediterráneo, llegando hasta las puertas de Oriente Próximo. El propósito de la larga excursión —turístico pero no menos instructivo, dada la naturaleza y organización de la misma— consistía en visitar y estudiar los lugares directamente relacionados con las raíces históricas, filosóficas y artísticas de la cultura española. Julián Marías embarca en el buque Ciudad de Cádiz a la edad de diecinueve años, lo cual puede considerarse como un viaje iniciático en muchos sentidos del término.
Nada más zarpar comienza a pergeñar un diario a bordo de la nave, publicado parcialmente en 1934, con el título de «Notas de un viaje a Oriente», como parte de la obra colectiva Juventud en el mundo antiguo. A esta bitácora de viaje, se le han añadido a la edición actual un Prólogo, compuesto por el propio Marías («El Crucero Universitario»), la correspondencia que mantuvo durante la travesía con sus familiares y amigos, así como varios apéndices, entre los que se incluyen la lista de cruceristas, el Himno del Crucero y un breve texto firmado por su hijo, el también escritor, Javier Marías, titulado «Cruceros hundidos», previamente publicado en un diario español en el año 1995, a raíz de la exposición Crucero Universitario por el Mediterráneo (verano de 1933), celebrada en el Pabellón Transatlántico de la Residencia de Estudiantes (Madrid, diciembre de 1995-enero de 1996).
El volumen, cuidadosamente editado, incluye además de este rico material de textos, un generoso número de fotografías (muchas de ellas pertenecientes a la colección familiar del autor), mapas, dibujos, reproducciones y láminas en relación con el trayecto marítimo, las visitas realizadas y la exposición conmemorativa del Crucero, ya mencionada.
Acaso sean las propias palabras de Julián Marías las que nos den el tono y el alcance oportunos de la experiencia, personal e intelectual, del filósofo español:
«Un viaje a Oriente. Un viaje al próximo Oriente mediterráneo. Cuarenta y cinco días de agua y tierras cambiantes. La vista se apercibe para un futuro de ejercicio denso y diverso. Sin embargo, lo verdaderamente importante para el viajero no son, en este andar marino, las ciudades que se van a ver, las aguas salinas que han de espumar la proa. Lo importante son los cuarenta y cinco días de ocupación viajera. Un día es siempre grave; grave mientras dura, porque somos eso; grave después, porque ya queda siempre incorporado a nosotros. La gravedad de estos días viajeros no está, pues, en lo que tienen los viajeros, sino en lo que tienen de días. El adjetivo, como siempre, no hace sino modificar esa gravedad. Y tiene mucho interés escoger cómo van a ser nuestros días, porque equivale a escoger cómo vamos a ser nosotros» (pág. 35).
El maestro por excelencia de Julián Marías, José Ortega y Gasset, hablaba en sus libros de la aventura filosófica en términos de «navegación». El aventajado discípulo Marías no siempre siguió al pie de la letra la enseñanza y la palabra de su mentor. Ello no es óbice para que, teniendo presente ocasiones y situaciones como la aquí referidas, tal vez hubiera que convocar a la coincidencia más que a la simple eventualidad o la mera casualidad, para sugerir una «circunstancia» de lo más que feliz.
Bueno, Fernando, viajar en aquellos años era una experiencia vital muy profunda. Eran días de navegación y no existía el turismo como lo concebimos hoy. Hace muchos años me fascinó leer un libro de viajes de otro eximio escritor: Blasco Ibáñez en "La vuelta al mundo de un novelista"....Días pasados te comentaba que no sabía donde iba a ir este año de vacaciones y al final he adelantado el viaje. Yo y mi mujer vamos a hacer un periplo por los fiordos noruegos en un par de meses. Llegaremos hasta el círculo polar ártico.
ResponderEliminarEstamos muy ilusionados porque despues recalaremos unos días en Berlín, que a pesar de que estuvimos el año pasado es una ciudad que me encanta.
Ya te contaré
Un abrazote.
Tienes razón, Anro, con el turismo de masas los viajes han sufrido una fatal transformación. Fíjate que hasta la excursión en grupo de Julián Marías and Cía no parece un "viaje organizado", al menos, tal y como hoy lo entendemos.
ResponderEliminarMi paisano Blasco tiene, además del que citas, varios libros más, y muy interesantes, de viajes. Algún día hablaremos de ellos más despacio.
En cuanto a tu próximo viaje, pues envidia de las sanas. Yo, de momento, como puede comprobarse en este blog, vivo viajeramente de rentas del pasado.
De Noruega no tengo crónica. Pero, puedes echarle un vistazo a la que tengo escrita sobre Berlín, ciudad que a mí también me encanta.
A la vista de tus proyectos de viaje, hasta estoy pensando en hacerte corresponsal del blog...
Saludos viajeros
ja, ja, ja,eso de corresponsal es muy fuerte amigo Fernando. Vamos a hacer primero el viaje y despues te cuento. La verdad es que tengo mucha ilusión con este trayecto, a pesar de los fríos que posiblemente pasemos.
ResponderEliminarUn abrazote.
Tranquilo, Anro, que es broma lo de la corresponsalía. Me bastará con una tarjeta postal... electrónica.
ResponderEliminarNo te preocupes por el tiempo polar. Dicen que el frío ártico corta el cutis, pero que también rejuvenece...
Saludos viajeros