Érase una vez un monarca barbado aparentando ser mayor, sin
tronío, tipo alto cuya voz suena a contratenor o falsete, no sentado en trono
sino en butaca de madera innoble, cruzando las piernas, confundido en el
entorno.
Érase un rey publicado, divulgado, transmitido su discurso,
vasallo a la escucha. Hablando en público o en la intimidad, es un rey que no
diu res.
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