sábado, 25 de mayo de 2019

LO PC, PUBLICIDAD Y PROPAGANDA



 Lo PC: Política correctiva

El impacto que está produciendo lo PC (corrección política - Politically Correct: PC) en las sociedades occidentales contemporáneas ha adquirido tal dimensión que constituye el problema más grave en materia de ley y orden que deben afrontar. Sin exageración, puede decirse que, en este embate, están en juego civilización y convivencia, con el serio peligro de retornar a estados primitivos, a la barbarie y a la barbaridad

Como indicio de tal tendencia, han vuelto a ponerse de moda facial las barbas, de momento, sólo en los hombres: con largueza, entre babilónica, saudí y valle-inclanesca; con poquedad, en estilo chino mandarín. Atención a los rótulos de los establecimientos del ramo: retrocede el término «peluquería», avanzan los letreros de “salón de belleza” y “barbería”. No, no se busque precisión a la corrección ni lógica a la política.
La  extensión de lo PC ha roto límites y fronteras. Sin autocontrol ni freno, sin encontrar obstáculos ni barreras ni señales de STOP, con fuerza inercial, con piloto automático,  cual bola de nieve, avanza en volumen y velocidad con riesgo de dejar tras su paso una tierra quemada donde resultará difícil que vuelva a crecer la hierba (no la barba), el índice de población ascendente y el sentido de la decencia.
La causa de su propagación descansa, en parte, en el contenido de los mensajes que alberga y difunde, al apuntar, principalmente, a aspectos muy sensibles y vulnerables de los individuos, a emociones y bajas pasiones, a componentes de la persona manipulables sin mucho esfuerzo. Pero no sólo interviene aquí el sentido de las proclamas, por ser éstas cambiantes y hasta caprichosas, además de mutantes, como sucede con los virus. Tal propagación ha adoptado el mecanismo funcional de la publicidad comercial, el apostolado religioso y la propaganda política, hasta el punto de que la suma de todos ellos va formando un cuerpo único que resulta peliagudo diferenciarlas. Una especie de hidra policéfala, venida del mundo mitológico y el “pensamiento mágico”, ha invadido el ámbito de la realidad, asfixiándolo con aliento venenoso. Algo así como una asociación global y centrípeta de propagandistas de la corrección política, a lo PC.
En sentido estricto, la progresión social de lo políticamente correcto se explica en términos de repercusión. Su objetivo consiste en influir en la conducta humana y producir un efecto eco o de rebote en el lenguaje y las costumbres de las personas. La corrección, dicho con brevedad, actúa por repercusión y crece mediante la repetición.


Publicidad y publirreportajes
En el momento presente, una perceptible cantidad de publicidad comercial ha hecho suyo el discurso de la doctrina oficial. Este progreso va en aumento. Estamos en un punto (¿de no retorno?) en el que a menudo resulta difícil distinguirla de los publirreportajes y la propaganda con contenidos ideológicos; más que correctos, correctivos: industrias lácteas fomentan el animalismo; organismos dependientes de entidades bancarias invierten en proclamas sobre la revolución, el «compromiso social» y la pedagogía socializante e inclusiva; productores de bebidas alcohólicas, dando clase de moral pública; compañías energéticas siguen la corriente dominante con arengas sobre ecologismo y feminismo; empresas dedicadas al afeitado de los varones (ya lo advertí al principio) insultan a los hombres, echándoles a la cara lemas como «masculinidad tóxica» (como para dejarse crecer bigote, perilla y patillas).











Todo ello venga o no a cuento. La publicidad transmite públicamente aquello que la empresa pretende vender: antaño, productos y servicios; hogaño, también consignas y eslóganes añadidos de signo ideológico.


Apostolado y postulados por los cuatro costados
Organizaciones cristianas (católicas, muy en particular) han dejado atrás la prioridad de enseñar a pescar a los pecadores o de ofrecer rosquillas y tazas de café en sus sedes para lanzarse con pasión a campañas propagandísticas en nombre del «pobrismo» y el anticapitalismo. El Vaticano está desde hace años empapado de peronismo, populismo y teología de la liberación. Amén.
A esto súmese el hecho de que cursar una carrera universitaria, asistir a una función teatral, una ópera, una sesión cinematográfica, una reunión de vecinos o de antiguos alumnos, ver un programa o serie de televisión (sección entretenimiento), proporciona al cliente, usuario, ciudadano, con muchísima probabilidad, una sobredosis de lo PC explícito. Y luego pasa lo que pasa. Y eso es lo que nos pasa.

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