Lo PC: Política correctiva
El impacto que está produciendo lo PC (corrección política - Politically
Correct: PC) en las
sociedades occidentales contemporáneas ha adquirido tal dimensión que
constituye el problema más grave en materia
de ley y orden que deben afrontar.
Sin exageración, puede decirse que, en este embate, están en juego civilización
y convivencia, con el serio peligro de retornar a
estados primitivos, a la barbarie y a la barbaridad.
Como indicio de tal tendencia, han vuelto a ponerse de moda facial las barbas, de momento, sólo en los hombres: con largueza, entre babilónica, saudí y valle-inclanesca; con poquedad, en estilo chino mandarín. Atención a los rótulos de los establecimientos del ramo: retrocede el término «peluquería», avanzan los letreros de “salón de belleza” y “barbería”. No, no se busque precisión a la corrección ni lógica a la política.
Como indicio de tal tendencia, han vuelto a ponerse de moda facial las barbas, de momento, sólo en los hombres: con largueza, entre babilónica, saudí y valle-inclanesca; con poquedad, en estilo chino mandarín. Atención a los rótulos de los establecimientos del ramo: retrocede el término «peluquería», avanzan los letreros de “salón de belleza” y “barbería”. No, no se busque precisión a la corrección ni lógica a la política.
La extensión de
lo PC ha roto límites y fronteras. Sin autocontrol ni freno, sin encontrar
obstáculos ni barreras ni señales de STOP, con fuerza inercial, con piloto
automático, cual bola de nieve, avanza en volumen y velocidad con riesgo de dejar
tras su paso una tierra quemada donde resultará difícil que vuelva a crecer la
hierba (no la barba), el índice de población ascendente y el sentido de la
decencia.
La causa de su propagación descansa, en parte, en el contenido de los mensajes que alberga y
difunde, al apuntar, principalmente, a aspectos muy sensibles y vulnerables
de los individuos, a emociones y bajas pasiones, a componentes de la persona
manipulables sin mucho esfuerzo. Pero no
sólo interviene aquí el sentido de las proclamas, por ser éstas cambiantes y
hasta caprichosas, además de mutantes, como sucede con los virus. Tal
propagación ha adoptado el mecanismo funcional de la publicidad comercial, el apostolado
religioso y la propaganda política,
hasta el punto de que la suma de todos ellos va formando un cuerpo único que
resulta peliagudo diferenciarlas. Una especie de hidra policéfala, venida del mundo mitológico y el “pensamiento
mágico”, ha invadido el ámbito de la realidad, asfixiándolo con aliento
venenoso. Algo así como una asociación
global y centrípeta de propagandistas de la corrección política, a lo PC.
En sentido estricto, la progresión social de lo políticamente correcto se explica en términos de repercusión. Su objetivo consiste en
influir en la conducta humana y producir un efecto eco o de rebote en
el lenguaje y las costumbres de las personas. La corrección, dicho con
brevedad, actúa por repercusión y
crece mediante la repetición.
Publicidad y
publirreportajes
En el momento presente, una perceptible cantidad de
publicidad comercial ha hecho suyo el discurso de la doctrina oficial. Este
progreso va en aumento. Estamos en un
punto (¿de no retorno?) en el que a menudo resulta difícil distinguirla de los
publirreportajes y la propaganda con contenidos ideológicos; más que correctos, correctivos: industrias lácteas fomentan el animalismo;
organismos dependientes de entidades bancarias invierten en proclamas sobre la
revolución, el «compromiso social» y la pedagogía socializante e inclusiva; productores de bebidas alcohólicas, dando clase de moral pública; compañías energéticas siguen la corriente dominante con arengas sobre
ecologismo y feminismo; empresas dedicadas al afeitado de los varones (ya lo advertí
al principio) insultan a los hombres, echándoles a la cara lemas como «masculinidad
tóxica» (como para dejarse crecer bigote, perilla y patillas).
Todo ello venga o no a cuento. La publicidad transmite públicamente
aquello que la empresa pretende vender: antaño, productos y servicios; hogaño,
también consignas y eslóganes añadidos de signo ideológico.
Apostolado
y postulados por los cuatro costados
Organizaciones cristianas (católicas, muy en
particular) han dejado atrás la prioridad de enseñar a pescar a los pecadores o
de ofrecer rosquillas y tazas de café en sus sedes para lanzarse con pasión a
campañas propagandísticas en nombre del «pobrismo» y el anticapitalismo. El Vaticano está desde hace años empapado
de peronismo, populismo y teología de la liberación. Amén.
A esto súmese el hecho de que cursar una carrera
universitaria, asistir a una función teatral, una ópera, una sesión
cinematográfica, una reunión de vecinos o de antiguos alumnos, ver un programa o
serie de televisión (sección entretenimiento), proporciona al cliente, usuario, ciudadano, con muchísima probabilidad, una sobredosis
de lo PC explícito. Y luego pasa lo
que pasa. Y eso es lo que nos pasa.
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