Foto. Libertad Digital |
La algarada y la insurrección, el insulto y la amenaza […] han impuesto su ley en la sociedad española con una facilidad pasmosa. Los enanos políticos, que han visto la oportunidad para agigantar el paso por medio del arte de la demagogia y la máscara —y mucha presión—, han lanzado un rayo incendiario que ha prendido vivamente. En contraposición a este derroche de provocación e imaginación de un sector minoritario de la sociedad, brilla (por su ausencia) el escenario de la «mayoría silenciosa», de los ciudadanos anónimos y pasivos, los que no se manifiestan ni vociferan, los que sólo votan.
Esta llama (llamada, llamarada) ha prendido durante los últimos tiempos en España. El mensaje es chato, pero claro: la ciudadanía «activa y participativa» consigue lo que quiere con la exigencia y la intimidación; mientras que los que callan, otorgan. O sea: con la violencia («la lucha», dicen ellos) uno consigue todo. Ha quedado establecido, entonces, como algo normal lo que es excepcional. Lo anómalo, es lo normal y lo «normal», impune. El terreno estaba abonado para ello. […]
Pero la palabra y la acción no pueden mantenerse indefinidamente en tensión, en estado de permanente deterioro. Es preciso tomarse en serio la normalización de la vida política española. Y ello pasa, al menos, por dejar de polemizar permanentemente con los bobos y los bellacos; por no retroceder y hacer que el Estado de Derecho actúe; por cumplir y hacer cumplir la Constitución, en fin. […]
Urge que el poder democrático haga retroceder la fuerza ilegítima de la insurrección, el insulto y la agresión, denunciando que a todo ello se le siga denominando «libertad de expresión» o «de manifestación».
El presente artículo fue publicado en el suplemento IDEAS del diario Libertad Digital, con el título «Fuerza ilegítima y firmeza democrática», el día 5 de septiembre de 2003. Ofrezco aquí una versión corregida y reducida del mismo.
Yo mismo, como autor del texto aquí reproducido, no dejo de pasmarme al comprobar la rabiosa actualidad de los textos que vengo rescatando de la hemeroteca y sacándolos de nuevo a la luz en el blog.
Añado, estimado Fernando, que es innato a algunos hombres el miedo a la libertad (Erich From) y es por ello que estos "insurrectos" echen mano, como no, del griterío y la ocupación de la calle para reivindicar más "Papa Estado". En fín... nada nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Y fíjate además, amigo Juan Pablo, de qué manera tan inmediata y rabiosa el miedo a la libertad se convierte en odio a la libertad. Y a quienes la defienden.
ResponderEliminarUn cordial saludo.