España, como «país soberano», no llega a los exámenes de
septiembre. Y si llega, no pasará la prueba, no aprobará. El motivo es muy
sencillo: no ha hecho los deberes, ni
piensa hacerlos. Y ya se han consumido todas las convocatorias. ¿Para esto ha
servido tanta «Educación para la Ciudadanía»…?
España, como Estado de las Autonomías, es un Estado fallido. Así de claro. No es
viable. Ni deseable que lo sea, al precio de la pérdida de unidad y estabilidad
nacional, así como del empobrecimiento general en beneficio de unos pocos. En
la Transición se engañó a la Nación. Así, sin más. A lo que nos han dejado de
España hay que ponerle solución y arreglo. Antes de que no nos quede nada.
España, como Nación, ya no tiene, en la práctica, poder de
decisión. «Territorial» y socialmente está dividida y enfrentada hasta la
autodestrucción. El actual Gobierno de la Nación (¿centro-derecha?) se encuentra
sobrepasado por las circunstancias. No ha tomado ni va a tomar la Gran Decisión
que dejaría respirar a la estrangulada sociedad española, a saber: desmantelar
el Estado Autonómico y «de Bienestar». No se atreve. Probablemente, tampoco
desee hacerlo. A partir de ahora sólo va a intentar salvarse a sí mismo, como
Ejecutivo y como partido. Los grupos nacionalistas y la izquierda política ya
ni siquiera disimulan sus inclinaciones sustanciales: echarse al monte;
decretar, de nuevo y unilateralmente, el Estat
Català; volver a impulsar la Revolución de Octubre.
España, como sea, debe ser rescatada. Esta es hoy la salida
patriótica al callejón sin salida en que se encuentra. Necesita un Gobierno de
técnicos —no de políticos—, tutelado por la Unión Europea y el FMI, que haga lo
que hay que hacer. Porque los españoles no tienen lo que hay que tener... ¿Qué
pasará? No teman, no será para peor.
La derecha dejará hacer; y además se sentirá aliviada: ¡qué
inventen otros! A la izquierda política y a los partidos nacionalistas le
resultará más difícil oponer resistencia y fuerza a un Ejecutivo que actúe desde Bruselas, descalificándolo con el sambenito de «derecha franquista» y ya está. No digo que no lo
hagan; lo harán: les hemos oído tildar de «franquistas» hasta a los ¡Reyes Católicos…!
Les quedará, eso sí, la acción directa basada en vociferar contra el
«neoliberalismo salvaje» y los «Mercados». Pero, éstos están y estarán, durante
bastante tiempo, muy lejos de aquí… Mientras tanto, y hasta que volvamos a la
normalidad democrática y nacional, con un poco de suerte y mucho esfuerzo,
habrá que practicar la cura de España, que le permita recuperarse y seguir
adelante.
En consecuencia, ánimo, rescátennos, please. No nos den el verano. Dennos la canción del verano.
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