«Si quieres hacerte rico —como dice [Poor Richard] en otro almanaque— presta la misma atención al ahorro que a la ganancia. Las Indias no han hecho rica a España porque sus gastos han superado sus ingresos. Elimina tus costosas locuras, y no tendrás motivos para quejarte de lo mal que andan los tiempos, de los gravosos impuestos y de las cargas familiares».
En 1758, Benjamin Franklin recopila en un breve texto algunos pasajes y proverbios de su célebre Poor Richard’s Almanack (Almanaque del pobre Ricardo) al que da el título de «The Way of Wealth», volumen del que extraigo el párrafo anterior. En este genuino manual de prudencia y de supervivencia espiritual y material, halla el lector sencillos y saludables consejos con los que poder salir adelante en la vida; en particular, si ese lector ha decidido fijar su residencia en el Nuevo Mundo. Tanto ayer como hoy.
Ocurre que residiendo en América, uno, sencillamente — ¿por qué no? —, puede hacerse rico, si se lo propone en serio. No dice Franklin que el camino a la riqueza resulte tarea fácil. Señala que se trata de un empeño del que no cabe renunciar de antemano; tampoco excusarse por pretenderlo ni avergonzarse por conseguirlo. Los pioneros y los sucesivos colonizadores de EEUU, hasta el presente, anhelan prosperar y hacer fortuna en el Big Country. Al Nuevo Mundo se va para iniciar una nueva vida, no para perseverar en el modo de existencia dejado atrás.
En la tierra de las oportunidades, buscan los peregrinos de antaño y hogaño desprenderse de complejos y prejuicios, del poder autoritario, burocrático y vertical, característicos de los antiguos regímenes. La riqueza y la posición social, según la democracia en América, no brotan necesariamente del árbol genealógico ni de las prebendas logradas a la sombra del Estado. Surgen del trabajo, el talento y el esfuerzo personal, en un marco de seguridad jurídica.
Estas ideas proclama Richard Sanders, heterónimo empleado por Franklin para dirigirse a la gente común y, más en particular, a los inmigrantes llegados a Pensilvania, a Nueva Inglaterra, para fijar allí la residencia, o continuar la ruta hacia el Oeste. Las recomendaciones de Richard/Benjamin están inspiradas en el espíritu austero y emprendedor, propios del colono, jamás del ya situado. Como lo cortés no quita lo valiente, sólo bajo un ánimo afanoso, a la vez que templado, puede cimentarse una sociedad en la que hacerse rico no suponga un motivo de vergüenza moral, de persecución fiscal o de escándalo social, sino todo lo contrario: un modelo a seguir y hasta de intentar emular.
Dice Sanders/Franklin en 1758: «Las Indias no han hecho rica a España porque sus gastos han superado sus ingresos». ¿De qué Indias habría que hablar en la España de 2010? En los últimos años, España ha cometido la costosa locura de elegir a unos gobernantes que, en lugar de permitir, y aun estimular, la libertad y la prosperidad de los ciudadanos, tienen el país en un puño. De cuya apretura urge liberarse antes que sea demasiado tarde.
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Reproduzco aquí el primer post del blog residente «DE-LIBERACIONES» que me propuso llevar adelante el diario digital Factual. Trayecto breve el de este blog, de sólo dos entradas de vida, pues la publicación, también de efímera existencia, cerró poco después, en la primavera de 2010.
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