Últimas palabras y conclusión de mi nuevo ensayo Dinero S.L. De la sociedad de propietarios a la comunidad de gestores (2020), de próxima publicación.
_____________________________________________________
No
sólo los gobernantes arruinan una nación en un visto y no visto mediante
«políticas públicas». En los últimos tiempos, asistimos a sublevaciones
pandilleras, alianzas y connivencias sospechosas, traiciones institucionales,
conatos revolucionarios, acciones terroristas, desordenes sociales, golpes de
Estado encubiertos, un imparable totum
revolutum que pone a cualquier sociedad libre y próspera al borde del
precipicio.
Vivimos
en un mundo asentado sobre arenas movedizas. No está en peligro de guerra sino en
plena guerra civil mundial. Hans
Magnus Enzensberger tuvo buen cuidado de no atemorizar, al exponer sus perspectivas
de guerra civil
en el imprescindible ensayo del mismo título, publicado en el año 1993. Tampoco
es mi intención avivar el pánico en estas páginas fechadas en 2020. Para
generar alarmas y emergencias, para crear miedo y (falsa) esperanza en personas
y empresas, que las dejen desarmadas y vulnerables, desvalijadas y
descapitalizadas, capituladas y entregadas a un (farsante) «salvador» que
promete un mundo más «seguro», más «justo» y más «sostenible», para eso ya están las
«élites», los Gobiernos, los aparatos de Estado y sus ramificaciones «cívicas y
sociales». Con todo, sí constato lo siguiente.
La
propiedad privada está al albur del gobernante de turno, de un fallo judicial
bizcochado, de los grupos de presión y la presión de los grupos, de la
caprichosa elección de un desaliñado «okupa». El dinero está más inseguro en un banco que bajo el
colchón de la cama y es tan difícil mantenerlo fuera del control de insaciables
poderes públicos y privados como en los momentos menos estelares de la
humanidad. Confiar en un operario, comercial, gestor, asesor o intermediario, que atienda o intervenga en el patrimonio del propietario y el
consumidor, bajo el lema «Usted no se preocupe de nada. Nosotros nos ocupados
de todo», representa mera y desfasada publicidad que desangra el
bolsillo del cliente y pulveriza la base de la relación comercial. Ni encerrado en su propia casa está uno a salvo de ser visto y escuchado, vigilado,
controlado, custodiado. La propaganda liberticida y la manipulación de la
información ponen la letra a la marcha fúnebre que ha enterrado el
«capitalismo» y la «sociedad abierta» (K. R. Popper) y bien ordenada, aquella
que contempla y protege la propiedad, así como el libre movimiento de personas,
bienes y servicios.
Una
vez que «un rey se ha declarado tirano, todos los malvados, toda la hez del
reino —y no hablo de un conjunto de ladronzuelos ni de desorejados que apenas pueden hacer mal ni bien en la sociedad,
sino de aquellos que son tachados de una ambición ardiente y una mezquindad
notable—, se agrupan alrededor de él, le sostienen para tener parte del botín y
ser, bajo el tirano, tiranuelos ellos mismos.» (Etienne De La Boétie, Discurso de la servidumbre voluntaria,
1576).
Que tenga usted buena suerte y la fortuna le acompañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario