«Vieja librería» de Manolo Valdés |
Peter Sloterdijk, Temperamentos filosóficos. De Platón a Foucault, traducción al alemán de Jorge Seca, Colección El Ojo del Tiempo, Siruela, Madrid, 2010, 140 páginas
A mediados de los años noventa del pasado siglo, Sloterdijk, con la colaboración de la editorial alemana Diederichs, pone en marcha un meritorio proyecto orientado a contracorriente de las modas y tendencias dominantes en los últimos tiempos. Se trataba de componer una nueva historia de la filosofía, pero recogiendo en esta ocasión, de primera mano, la palabra de los filósofos: «una criptomanía de textos de los autores más significativos.» (Prefacio).
Peter Sloterdijk (Karlsruhe, 1947) es uno de los filósofos más activos, originales e inclasificables del panorama filosófico actual en Europa. Es rector de la Escuela Superior de Información y Creación de Karlsruhe y catedrático de Filosofía de la Cultura y Teoría de Medios de Comunicación en la Academia Vienesa de Artes Pláticas. Autor de una profusa producción ensayística, buena parte de la misma ha conocido versión española. Entre los títulos más célebres podemos citar los siguientes: El Desprecio de las Masas. Ensayo sobre las Luchas Culturales de la Sociedad Moderna (2002), Crítica de la Razón Cínica (2003), Normas para el Parque Humano. Una Respuesta a la 'Carta sobre el Humanismo' de Heidegger (2003), Sobre la Mejora de la Buena Nueva. El «Quinto Evangelio» según Nietzsche. Discurso pronunciado el 25 de agosto de 2000 en Weimar en conmemoración del centenario de la muerte de Friedrich Nietzsche (2005), así como su trabajo más ambicioso: Esferas, serie editada en tres volúmenes (Burbujas, Globos y Espumas, 2003, 2004 y 2006).
De una sólida formación académica, y sin desatender en ningún momento las tareas docentes, Sloterdijk no se deja, por ello, encasillar en ninguna escuela o movimiento corporativo. Tampoco gusta de ver limitada su actividad intelectual al rutinario régimen de las aulas y los congresos de especialistas. El libro recientemente publicado en España, Temperamentos filosóficos, confirma esta vocación personal y esta vertiente pública del autor, por otra parte, ya plenamente consolidas.
El objetivo —que aspira a recuperar, en definitiva, la tradición primigenia del saber— puede resumirse en los siguientes puntos concretos:
1) Frente al dominio de la «Interpretación» de textos y los «Estudios Introductorios», extendido en la mayor parte de las Universidades del mundo, Sloterdijk y el equipo bajo su dirección proponen, sencillamente, un acercamiento directo a la filosofía —a la palabra filosófica—, limitando su intervención a tareas de presentación y selección de los autores convocados: Platón, Aristóteles, Agustín, Bruno, Descartes, Pascal, Leibniz, Kant, Fichte, Hegel, Schelling. Schopenhauer, Kierkegaard, Marx, Nietzsche, Husserl, Wittgenstein, Sartre, Foucault.
2) En palabras del propio filósofo alemán: «Mi convicción era —y lo sigue siendo— que en filosofía no puede haber ninguna introducción, sino que más bien la misma disciplina filosófica tiene que presentarse ella misma desde el inicio, primero como un modo de pensar, para continuar acto seguido como un modo de vivir.» (pág. 10). Nueva muestra de respeto a la más pura tradición de la filosofía clásica.
3) A diferencia de los movimientos —todavía— en boga que preconizan y estimulan el relativismo, el multiculturalismo y los pensamientos cruzados o mixtos, Sloterdijk sugiere una «biblioteca filosófica esencial», un selecto compendio de sabiduría del primer nivel, un canon filosófico. Ocurre, a menudo, que un bosque de hojarasca no deja ver las páginas de pensamiento más relevantes, las cuales, justamente, son las que deben ser destacadas.
La obra resultante quedó ajustada al plan previsto, con la excepción de los tomos dedicados a Heidegger y Adorno, ausentes por problemas con los derechos de edición. El volumen que ahora reseñamos contiene los prólogos escritos por Sloterdijk como presentación a la obra de los autores anteriormente citados. En estas «viñetas de pensadores reunidas», Sloterdijk, ofrece unos concisos estudios de carácter y unos retratos intelectuales verdaderamente personales. No hay aquí mera repetición de datos archiconocidos ni lugares comunes. El lector encontrará, en cambio, unos perfiles psico-filosóficos con rasgos precisos, unas pinceladas con relieve, de los maestros, trazados por la mano firme y experimentada de Sloterdijk.
He aquí el motivo de hablar de «temperamentos filosóficos». Sloterdijk, siguiendo en este punto a Fichte, es de la opinión de que la filosofía escogida por cada individuo depende, en última instancia, del tipo de persona que uno es. Y es que, según dijimos unas líneas más arriba, para Sloterdijk la filosofía y la vida son entidades imposibles de separar.
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