miércoles, 29 de diciembre de 2010

LA SECTA CONTRA HERMANN TERTSCH


Hermann Tertsch, Libelo contra la secta, La Esfera de los Libros, Madrid, 2010, 266 páginas.

De entrada, el título y el subtítulo del último libro de Hermann Tertsch nos dan el tono y el alcance perfectos del propósito que lo concibe. El título es Libelo contra la secta. Dentro de los géneros literarios, el libelo pertenece a la sección del panfleto, el billete, la epístola de denuncia, el pasquín. Se trata, entonces, de un texto breve y apasionado, destinado a la acusación sin contemplaciones y a la crítica sin miramientos. El estilo en el que está compuesto debe ser, necesariamente, agresivo, extemporáneo, «un desahogo airado, una forma de expresar la indignación acumulada», según reza la contraportada del volumen. El libelo, como asimismo revela la raíz latina del término (liber), permite que las invectivas pueden lanzadas libremente por parte el autor, sin morderse la lengua, por así decirlo, condición sin la cual la liberación de la rabia almacenada no encontraría un fluido aliviadero.

De larga tradición en la historia de la literatura, el pensamiento y el periodismo, en la célebre carta «Yo acuso…» J’Accuse…!») escrita por Émile Zola para denunciar el «affaire Dreyfus», encontramos, sin ir más lejos, uno de los precedentes más conocidos e influyentes del libelo. Tanta repercusión tuvo la carta de Zola —publicada en la primera página del diario parisino L’Aurore, el 13 de enero de 1898— que, según reconocimiento general, con ella nació el prototipo del «intelectual» (hombre de letras que destina sus habilidades literarias a una finalidad de intervención social en asuntos de actualidad) y, en su estela, la estirpe de los «dreyfusards» (intelectuales que denuncian públicamente una injusticia social o política). Nada tiene, pues, de malo o negativo un libelo… excepto para aquél —o aquellos— contra el que va dirigido; en esta ocasión, el presidente del Gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, y su «tropa» cómplice más cercana, protagonistas principales de la «secta».

El subtítulo dice así: «La agitada peripecia personal del autor en los negros años del zapaterismo». El libro está escrito por un periodista, un ciudadano que ha sido — y es— objeto de una implacable persecución por parte de la «secta» aludida, empeñada en su aniquilación civil. Tertsch ha sido despedido del «diario oficial de la secta», El País, tras formar parte del mismo —en la redacción y en puestos directivos— prácticamente desde su fundación. Ha sido acosado sindicalmente en uno de sus nuevos destinos laborales —director y conductor del informativo de la noche en Telemadrid—. Ha sido injuriado y calumniado en programas televisivos de cadenas «sectarias», e incluso en la calle: «¡nazijudío!» Y, como colofón, fue atacado salvajemente durante el invierno de 2009 en un establecimiento público próximo a su domicilio, provocándole la agresión un largo periodo de tratamiento y recuperación en el hospital, y unas secuelas físicas y psíquicas que le condujeron, finalmente, a abandonar la dirección del informativo en la cadena de televisión autonómica.

Civilmente hablando, Hermann Tertsch no tiene ya nada que perder. Como escritor e intelectual, para defenderse y desahogarse, para trabajar y para acusar al infame, se sirve de la palabra. Libelo contra la secta proviene, en consecuencia, de la «indignación acumulada» y de haberle perdido el miedo al miedo. Tertsch habla fuerte y claro, desde la primera página del libro:
«Para que nos entendamos: en seis años de gobierno disparatado, de ocurrencias, de visiones y aventuras, de mentiras y gracias gratuitas, José Luis Rodríguez Zapatero ha logrado transformar un país modesto pero prometedor en un páramo cubierto por las ruinas de las esperanzas de millones de españoles en las que reposan los proyectos y sueños de un par de generaciones de españoles.»
Su delito: tras pertenecer buena parte de su vida a la izquierda liberal, Tertsch ha evolucionado, inclinándose progresivamente hacia el liberalismo en detrimento de las tesis y posiciones del izquierdismo. Ahora bien, el libelo de Tertsch no nace sólo de un sentimiento de venganza personal. El coraje con el que contraataca y critica al poder establecido le viene de unas profundas convicciones, oportunamente detalladas en el texto y resumidas en la «Despedida». Pero también de la urgente necesidad de proclamar a viva voz la causa de la «anomalía» que vive España en estos últimos años. Tertsch relata su «agitada peripecia personal» convencido de que la malandanza no la sufre sólo él, sino el país en su conjunto, a excepción, claro está, de la «secta» y sus aledaños. Ocurre, aquí y ahora, lo mismo que ha ocurrido en otras situaciones de excepción política y de delirio social colectivo: la gente calla por miedo o por connivencia con el poder, mientras sólo unos pocos hablan en voz alta.

Libro, pues, valiente, a contracorriente, que por su naturaleza e intención declarada provocará, sin matices ni medias tintas, la simpatía ilimitada de unos y la irritación incondicional de los otros. Después de todo, sobre esta extrema situación y sus consecuencias escribe el autor de Libelo contra la secta.

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